sábado, 15 de junio de 2024

JAPÓN Y LOS 7.291 DE MADRID

 Las consecuencias de la política económica neoliberal que pusieron en marcha en la década de los 80 a los 90 del pasado siglo Margaret Thatcher Primera Ministra del Reino Unido y Ronald Reagan Presidente de EEUU son las que estamos sufriendo en buena parte del resto del mundo en forma de capitalismo salvaje. Brevemente recordemos que esa política tenia como objetivo desmantelar al Estado privatizando sus propiedades tales como empresas, las áreas de educación, sanidad y asistencia social, o lo que es lo mismo, una brutal reducción del gasto público y nos lo vendieron diciendo que "la economía privada era más eficaz que la pública". Ya de paso desreglaron el mercado financiero que no es otra cosa que la carencia de controles y normas que tiene su máxima expresión en los paraísos fiscales extraterritoriales. Y claro está, de propiciar el grado de satisfacción de la ciudadanía en las múltiples facetas en que se puede hacer, nada de nada. Los  mercados pasaron a ser los protagonistas principales en el mundo y las personas dejaron de existir, salvo para ser utilizadas en pro del perverso sistema económico citado.  

Los frutos de esa política la estamos sufriendo desde entonces, la sanidad pública cae en barrena en tanto que las empresas de medicina privada crecen como la espuma, otro tanto se puede decir de la enseñanza pública y para comprobarlo no hay mas que ver la evolución del número de colegios concertados así  como de las universidades privadas y el declive de la pública por la intencionada falta de medios económicos hacia las mismas.  En lo que se refiere a las condiciones de vida de la ciudadanía pues ya ven. Viviendas sociales con cuenta gotas, precio de los alquileres por las nubes, inflación que no se cubre con las subidas salariales, trabajo precario, salarios bajos, alto nivel de paro, asistencia sanitaria pública a la baja...

La situación de precariedad está incidiendo principalmente en las clases de la sociedad más vulnerables como son las personas mayores, los ancianos que malviven con pensiones bajas. Y es que además de eso contra lo que ocurre en otras sociedades, en la nuestra y otras que llamamos "desarrolladas", están sucediendo cosas tremendas como por ejemplo en Japón país en el que tradicionalmente los ancianos han sido desde siempre muy respetados. 

Pero los principios en los que se sustenta el neo liberalismo han socavado los tradicionales costumbres de ese milenario país cebándose en las clases más desfavorecidas como son lo ancianos que con bajas pensiones no pueden hacer frente a sus gastos de mera supervivencia y como solución heroica han recurrido a delinquir para ingresar en la cárcel ya que entienden que "mejor presos que en la calle". Cada año ingresan - para vergüenza de ese país - 5.000 ancianos en las cárceles-refugio donde tienen garantizadas a costa de su libertad, alojamiento, comida y asistencia sanitaria. La utilización de ese sistema entre la ancianidad japonesa ha llegado al punto de que un tercio de los presos japoneses son ancianos que para ello han utilizado el procedimiento citado. Esa situación pavorosa está convirtiendo las cárceles japonesas en en un gigantesco geriátrico.

Y esto que puede parecer un aberración - que lo es - ha llegado ya a España de la mano de ese peligro público, de esa desvergonzada Presidenta de la Comunidad de Madrid que cambió el sistema japonés de cárcel por el más expeditivo de dejar morir sin asistencia sanitaria hospitalaria  a la mayor parte de los 7.291 ancianos que estaban alojados en residencias para personas mayores durante la pandemia del COVID -19, rematando su infame tarea con el cínico argumento de," total se iban a morir igual".

De modo que como este tipo de cosas tienden no solo a consolidarse sino a expandirse, pues nada, sigamos apoyando con nuestros votos a los políticos defensores de esta política económica neo liberal porque esa será la mejor forma de llegar a ese tipo de situaciones japonesas - madrileñas.


 

 


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