Aquellas zonas o ciudades que por las razones que fuesen son atractivas para el turismo y este se ha convertido en una afluencia masificada, se han metido en un grave problema y la mayor damnificada es la sociedad que los acoge. Para la ciudadanía que los sufre se ha acabado, entre otras muchas cosas, la paz.
Y esto está ocurriendo en beneficio de unos pocos y en perjuicio de otros muchos. La situación se ha consolidado de tal manera a través de innumerables tropelías que se han cometido contra el medio ambiente y la propia normativa urbanística que difícilmente podemos aspirar a algo más que a recurrir al "virgencita, que me quede como estoy" dada la fortaleza de los que se oponen al cambio.
La ecotasa es un impuesto que se cobra al turismo y que se destina - según necesidades - al desarrollo y promoción de las infraestructuras y actividades turísticas o a la conservación y mejora del patrimonio del territorio que lo implanta. En España se cobra ya en Cataluña y Baleares en tanto que se está tramitando en la Comunidad valenciana. En el resto de Europa se cobra ya en varios países, tales como Alemania, Francia, Italia y Portugal (que no son moco de pavo) y su importe desigual ente ellos, es de una media de 3€ por persona y día.
En Canarias dada la tensa situación en que se encuentra este tema de la masificación del turismo se empieza a hablar de la imposición de este impuesto y a la Agrupación de Hoteleros del archipiélago, Ashotel, le ha faltado tiempo para oponerse a esta medida por razones que se me antojan obvias ya que de ese impuesto no verían un centavo y claro está, encarecería el coste total al viajero, lo que iría en contra de sus intereses.
Y del Presidente del Circulo de Empresarios de Gran Canaria ha surgido una idea que se califica por si sola y que nos es otra que la de crear ese impuesto en forma de incrementar el IGIC (el IVA canario para los lectores de la Península que me siguen) "unas décimas", sin entrar en mayores detalles.
A las voces que están recordando a los empresarios que Canarias es la Comunidad que se encuentra a la cola en España en lo que al nivel de los salarios se refiere y en cabeza sobre los riesgos de pobreza en la población, manifiestan (no negando tal evidencia, sobre la que pasen de puntillas) que "habría que ligarlos a la productividad" lo que es equivalente a "hablar de pájaros y flores".
Por otra parte se suma a la negativa sobre la implantación de la ecotasa el Presidente de la CEOE canaria manifestando en un ejercicio de clarividencia que "la ecotasa está más que muerta y que en caso de que por un milagro resucitara de ella no se sacaría mas de 100 millones de euros al año", cifra que me hace pensar que el fuerte de este presidente no son las matemáticas ya que a mi me sale otra cifra mucho mayor. Veamos, 16 millones de turistas con una estancia media de 6 días y una ecotasa de 3 € por persona y día me dan 288 millones de € al año, lo que suponen una diferencia notable con respecto a la de 100 a los que hace referencia el Presidente. Este hombre, en un alarde de mala memoria, por decirlo en suave término, manifiesta que en Tenerife no se está construyendo ningún hotel (se está olvidando de La Tejita y de la Cuna del Alba) así como de otros que se están poniendo en marcha en otras islas del archipiélago.
Estas declaraciones de los personajes citados denotan un nerviosismo por lo que parece un despertar de la sociedad canaria, posición a la que no están, ni por asomo acostumbrados ya que hasta ahora en plena connivencia con la clase política han hecho en este sector lo que les ha venido en gana.
La fuerte posición que han venido ocupando en este tema del turismo los hoteleros en su organización de Ashotel, (y siguen), la CEOE, las Cámaras de Comercio, Círculos de Empresarios, una serie de incombustibles caciques, los mayoristas extranjeros, potenciadas todas ellas por la una buena parte corrupta clase política que ha dejado hacer a su antojo a esas instituciones (de manera interesada, añadiría), hace que la batalla por el futuro desarrollo del turismo en las islas se presente de una dificultad extrema, pero aquí pienso que habría que aplicar a la sociedad canaria lo de aquel coleóptero que según las leyes de la mecánica no podía volar, pero como el bicho no sabía de mecánica, volaba.
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