En una bien diseñada campaña de marketing, ese juez que va discurriendo por la amplia y sinuosa vía judicial con el pelo cuidadosamente colocado, tan es así que ha hecho de esa circunstancia su santo y seña, está consiguiendo con sus últimas actuaciones hacerse notar y de que modo.
Para ello en un alarde de solidaridad con la Fiscalía, le ha ahorrado trabajo y le han bastado una mezcla de recortes de periódico, una dosis de mala uva adecuada, los ánimos que desde la derecha más rancia (récord mundial) le han estado enviando constantemente y su afán de protagonismo para armar un pifostio de considerables dimensiones, pifostio que últimamente parece que se le está torciendo dado que su enemigo particular y principal se ha querellado ya que entiende que las actuaciones de este guardián de la Justicia están prevaricando a calzón quitado.
Pero con ser las razones que han movido a este señor las señaladas, tengo el intimo pálpito de que el motor principal que ha movido a este sujeto a echarse a la pista de este circo mediático que se ha montado es la misma que la que llevó a "El Curro" a elegir el lugar donde quería ser enterrado. ¿Y saben cual fue la razón de ese señor para hacer esa elección ?.
Curro era un agente comercial andaluz que desarrollaba su actividad a caballo entre Sevilla (su tierra natal como el nombre hacía sospechar) y Valencia y el cariño que tenía por ambas ciudades era parejo de tal suerte que sus amigos le solían preguntar "oye Curro, si te mueres en Sevilla ¿donde quieres que te entierren ? y Curro contestaba, "pues en Valencia, claro", "pero Curro, eso no parece lógico porque daría lugar a una serie de incomodas gestiones, ¿no ?", "pues si, reconocía el Curro, lo entiendo" a lo cual los amigos le repreguntaban que si lo entendía cual eran las razones que le llevaban a esa decisión y Curro, con esa actitud senequista tan presente en el espíritu andaluz, les contestó " pues por joder, chicos, por joder".
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