Habitualmente,
los municipios que tienen instalados
analizadores de la composición
del aire, facilitan los
contenidos en el mismo del óxido de
nitrógeno (NOx), del
monóxido de carbono (CO), del dióxido de
carbono (CO2),
de las partículas menores de 2,5 y 10 micras (PM 2,5
) y
(PM 10), así como del ozono troposférico (O3) formado a
partir
del oxígeno (O2) por la acción de los rayos
ultravioletas (UV).
Los
primeros elementos tienen su origen en el parque de
automóviles y
camiones, las partículas PM 2,5 tiene su
principal origen en el
combustible que queman los motores
diésel, es decir en la combustión
incompleta del gasóleo.
Las partículas de mayor tamaño, las PM 10,
tienen su
origen en el polvo, cenizas, hollín cemento, polen, etc,
que
se encuentran en el ambiente.
Así
las cosas, los valores que facilitan las autoridades son
generalmente
los relativos a la presencia en el aire de los
elementos citados,
adjetivando el índice de los mismos con
los términos “Bueno”, “Regular”,
“Malo”, etc.
Pero
la determinación de los valores citados no tienen en
cuenta algunas
cuestiones importantes, por lo que los
mismos, en las situaciones que
citaremos, valen para poco.
Durante
años, muchos, grandes cantidades de substancias
tóxicas (que no
son las citadas hasta ahora) han sido
liberadas al aire por parte de
la industria. Según fuentes
autorizadas, a consecuencia de ello, la mortalidad por
tumores malignos es un 17% mayor en los pueblos o
ciudades industrializados en España que la media nacional.
tumores malignos es un 17% mayor en los pueblos o
ciudades industrializados en España que la media nacional.
En
estos pueblos, en estos municipios concentrados en las
provincias de
Bizkaia, Gipuzkoa, Barcelona, Tarragona y
Valencia
(Ver
figura copiada de el diario El País)
se
detecta un exceso de mortalidad por leucemia, tumores
digestivos
malignos, respiratorios, próstata, ovarios, mamas
y vesícula
biliar.
Esos
elementos procedentes de la industria y que se vienen
a sumar a los
clásicos producidos por el parque
automovilístico, son metales
pesados tales como el cromo,
el níquel, el cadmio y el arsénico y
de los productos de
desechos de la incineración de basuras, de la
fabricación de
acero, de la producción de papel y de los herbicidas
e
insecticidas.
Así
las cosas ¿que hacer con los datos oficiales citados?.
Los análisis
que se efectúan vienen a determinar aquellos
productos, aquellos
elementos que se buscan y obviamente
los que no se buscan no
aparecen. Si estamos
determinando el contenido en el aire del CO,
CO2, NOx, O3,
las partículas PM 2,5 y las PM 10 como en los
analizadores
clásicos (como el de Durango por ejemplo), y no
buscamos,
por ejemplo SH2, cadmio, níquel, plomo, arsénico, etc, y
los
valores de aquellos elementos se contienen en los valores
stándard, podemos decir oficialmente que “la calidad del
aire es
buena, aunque los casos
de cáncer que se estén
produciendo en la comarca sean sensiblemente
superiores
a la media estatal.
Las
autoridades son plenamente conscientes de esa
realidad, pero se lo
callan como muertos aduciendo, cuando
la opinión pública tira de la
manta que si, que si, que tienen
razón en protestar pero su silencio
no tenía otro objetivo que
el de “no levantar alarma social”.
El
problema radica en que: 1) determinar cuales son los
elementos
nocivos que contiene el aire - aparte de los
controlados - es muy
difícil. Para eso hay que tener un
mapa de todos los procesos de
fabricación de todas las
industrias bajo sospecha de la zona. 2) y
aunque existiera
voluntad política para hacerlo, llevaría mucho
tiempo,
dinero, conocimientos y trabajo. 3) aunque todas esas
dificultades fueran superadas, quedaría la clásica dificultad
del
ejemplo de la chimenea, de las que se dicen que “una
cosa es
hacerlas y otra ponerlas en pie”, es decir, como
quiera que a lo
mejor habría que cerrar muchas fábricas por
imposibilidad de
cumplir unas normas estrictas, mejor no
"meneallo”, porque el
llamado progreso se nos vendría
abajo. Solución: ponerse de
costado, mirar a la línea del
horizonte de manera displicente y
moverse cuando la
opinión pública presiona, a la voz de “muévase
amigo,
muévase, no importa en que dirección pero muévase, que
parezca que se hace algo para remediar la situación”.
Un
ejemplo de cuanto indico lo tenemos en Cantábria,
concrétamente en
el pueblo de Barreda, a 4 km de
Torrelavega, donde hay instaladas dos
grandes empresa
químicas, que en un tiempo dieron ocupación a casi
5.000
personas (las joyas de la industria cántabra) y que durante
muchos años han ido vertiendo sus desechos en el río Saja
–
Besaya que desemboca en Suances, cuyas aguas
estaban negras como el
betún. Los que han conocido las
playas de Suances hace algunos pocos
años, tiene que
recordar en las orillas de las mismas una capa de
espuma
de no menos de 30 cm. parecida a la no tan lejana que
bajaba
por el Ibaizabal aguas abajo procedente de la
Papelera. Pues bien, a
lo que iba: cuando las autoridades
cántabras se ponían bravas y
amenazaban a las citadas
empresas para que corrigieran sus vertidos bajo la
amenaza de fuertes sanciones, estas invariablemente
proclamaban que “dotar a las fábricas de las medidas
correctoras
necesarias para ponerlas de caramelo,
supondría unas inversiones
cuya cuantía harían inviable el
proyecto industrial, es decir, el
cierre de las mismas,
poniendo a 5.000 personas en la calle”.
Naturalmente
las autoridades a partir de ese momento
hacían “mutis por el
foro”. Fin de la historia, de la cita, que
diría el difunto -
políticamente – Rajoy. Y es que cuando se
entiende el llamado
progreso de esta guisa, pasan cosas
como estas …. e incluso peores.
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