Sin pecar de pesimista, es decir sin exagerar, no parece aventurado pensar que al igual que en los icebergs, hay una importante parte de esa lacra que supone la corrupción que no se expone a la vista, y que la parte visible del desfalco que supone para la ciudadanía la corrupción no sea mayor del 20% del total de la misma, por lo que estaríamos hablando de que en España se está detrayendo de la sociedad del orden de 200.000 millones de euros anualmente, cantidad que se reparten una serie de desalmados sujetos a cuya cabeza se encuentran mayormente aquellos que tienen capacidad, en función de sus puestos, para hacerlo y callado queda dicho en quien estoy pensando. Pienso que los ciudadanos en general no pasamos ante este fenómeno universal, de hacer un juicio moral sobre el mismo, obviando que esa cifra, esas correas, salen de nuestros cueros, en forma de encarecimiento de bienes y servicios. Cuando el tema sale a la palestra, los políticos de turno hacen que se rasgan las vestiduras anunciando a bombo y platillo la adopción de fuertes medidas para acabar con el problema, pero el tiempo que duran sus aparentes buenos deseos dura lo que la expresión jamás en sus bocas, es decir 10 minutos.
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