" De derrota en derrota hasta la victoria final", (Groucho Marx).
Este podría ser el título de la evolución de las condiciones de trabajo
de las personas asalariadas sobre todo las experimentadas en los
últimos años y que tienen como origen las sucesivas crisis económicas
sucedidas en España en los años 1.973, 1.993 y la más reciente del
2.007, crisis de las que la clase económica dominante sale fortalecida
en la medida que paralelamente empeoran las de la clase trabajadora y es
que este fenómeno tiene un cierto paralelismo con el principio de
conservación de la energía ya que, "para que unos pocos tengan mucho,
muchos han de tener menos". Han transcurrido exactamente 100 años desde
que se implantó en España la jornada de trabajo de 8 horas diarias que
al cabo de la semana de 6 días laborables hacía 48 horas durante ese
período. Vino después el llamado sábado inglés que consistía en no
trabajar los sábados por la mañana, para pasar posteriormente a no
hacerlo durante todo ese día. Esta decisión de reducir y acotar la
jornada de trabajo por ley a 8 horas diarias no fue una graciosa concesión del capital a
las clases trabajadoras. Lo fue gracias a una huelga realizada en
Cataluña - la famosa huelga de La Canadiense - que paralizó la zona
durante mes y medio. Y eso ocurrió hace exactamente 100 años ya que
aconteció en el año 1.919. Desde entonces los acontecimientos acerca del
tema se han ido sucediendo y desde hace 25 años atrás se van
produciendo, en nuestro país, - a peor - de manera acelerada.
Por
otra parte, los avances de la tecnología y de la distinta forma de
enfocar la filosofía del trabajo están llevando en los países avanzados
socialmente a la implantación de la semana de 4 días laborables, de
lunes a jueves. Pero eso ocurre en ese tipo de países. Aquí vamos
progresando, pero en dirección contraria.
La individualización de
la sociedad, el aburguesamiento de la misma, la pérdida de conciencia de
pertenencia a una clase, el papel cada vez más anodino de los
sindicatos, las reglamentación laboral vigente, el papel abusivo de los
empleadores, el flojo papel que están desarrollando los partidos
progresistas... todo ello está conduciendo a una situación de las
condiciones de trabajo realmente preocupante, indignante más bien. O
espabilamos o acabaremos en una situación que se asemejará mucho al
esclavismo.
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