El sentido común dicta que cuando un tipo es poseedor de medios económicos valorados en 380.000 millones de euros y dona - hasta donde se conoce - 250 millones de euros para la campaña a las elecciones presidenciales de EEUU a un candidato, aunque ese candidato sea un tal Trump, no hay que ir a la Complutense a sacarse un máster para concluir que el que va tirar los penaltys - metiéndolos todos, no como otros - será el poseedor de esa imponente fortuna que le hace acreedor a ser el hombre más rico del mundo y ya habrán adivinado que ese personaje no es otro que Elon Musk.
A veces el sentido común va por un lado y los hechos a lo que apunta van por otro, pero esta vez no, porque el citado Musk se ha convertido de manera oficial en la mano derecha del presidente oficial de EEUU, (merced a ese sentido de la anticipación que solo lo tienen los poderosos y ese Musk lo es gracias al poder del dinero que tiene en grado superlativo), y empieza ya a cobrar sus servicios y posición con puestos de relumbrón dentro de la Casa Blanca, como son la jefatura de una nueva sección denominada Departamento de Eficiencia y Gobernabilidad (no oficial y por tanto fuera de los controles habituales, con lo que eso entraña).
Se encargará el nuevo departamento de realizar una reforma drástica de la Administración pero ....¡ ay !, también de eliminar regulaciones a resulta de las cuales Musk hará efectivo el "¿qué hay de lo mio ?", porque actualmente existen varias que limitan la autonomía plena de los negocios del magnate tales como los de Tesla, la Inteligencia Artificial y su gran proyecto sobre actuaciones en el cerebro humano.
Así pues, una vez más, el famoso"quid pro quo" funciona y esta vez, así, por la cara.
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