Estamos
en un país de trileros y esto es así porque somos
un país de
pícaros. Aquí la mentira es un instrumento más
al servicio de la
política y es válida hasta el punto de que
aunque te pillen en
renuncio a nadie se le cae la cara de
vergüenza ya que tal es el uso y costumbre de utilizar la
misma. Que personas que
dirigen los destinos del mismo
mientan como bellacos adornando sus
curriculum y que
aquí no pase nada y para más inri que sus
superiores
apelen a la eficacia de su gestión para mantenerlos en
sus
puestos sin hacer referencia alguna a la ética, es
simplemente
descorazonador. Un país en el que se le pilla
a un dirigente político en mentira flagrante y siga tan pichi
en su puesto pone de manifiesto la baja catadura moral del
a un dirigente político en mentira flagrante y siga tan pichi
en su puesto pone de manifiesto la baja catadura moral del
mismo y de aquellos que le
mantienen en sus puestos.
Pero ¿qué credibilidad pueden tener ese tipo de
personas?. Aquí está claro que de lo que se trata es de
aprovecharse de una posición de poder por encima de
cualquier otra consideración. Los trileros utilizan una caja
de cartón como herramienta de trabajo en tanto que
nuestros políticos hacen de la mentira un instrumento de
uso común. Qué pena de país.
Pero ¿qué credibilidad pueden tener ese tipo de
personas?. Aquí está claro que de lo que se trata es de
aprovecharse de una posición de poder por encima de
cualquier otra consideración. Los trileros utilizan una caja
de cartón como herramienta de trabajo en tanto que
nuestros políticos hacen de la mentira un instrumento de
uso común. Qué pena de país.
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