martes, 11 de septiembre de 2018

PAÍS DE PÍCAROS


Estamos en un país de trileros y esto es así porque somos 

un país de pícaros. Aquí la mentira es un instrumento más 

al servicio de la política y es válida hasta el punto de que 

aunque te pillen en renuncio a nadie se le cae la cara de 

vergüenza ya que tal es el uso y costumbre de utilizar la 

misma. Que personas que dirigen los destinos del mismo 

mientan como bellacos adornando sus curriculum y que 

aquí no pase nada y para más inri que sus superiores 

apelen a la eficacia de su gestión para mantenerlos en sus 

puestos sin hacer referencia alguna a la ética, es 

simplemente descorazonador. Un país en el que se le pilla 

a un dirigente político en mentira flagrante y siga tan pichi 

en su puesto pone de manifiesto la baja catadura moral del 

mismo y de aquellos que le mantienen en sus puestos. 

Pero ¿qué credibilidad pueden tener ese tipo de 

personas?. Aquí está claro que de lo que se trata es de 

aprovecharse de una posición de poder por encima de 

cualquier otra consideración. Los trileros utilizan una caja 

de cartón como herramienta de trabajo en tanto que 

nuestros políticos hacen de la mentira un instrumento de 

uso común. Qué pena de país.

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