Por mas que esa política sigue funcionado, una nueva forma de hacer ha irrumpido en la manera de proceder de las empresas ya que ahora además de seguir al cliente, lo que se está haciendo es montar la empresa no solo donde está el cliente, sino además y también donde está el mercado. Esa política es una forma de globalización, que no es otra cosa que hacer que el globo terráqueo deje de asustarnos por sus dimensiones. Y como quiera que en los últimos años han sido varios países y grandes además, los que han surgido como importantes mercados, tales como Rusia y los ex satélites de la URSS, China con el híbrido que como sistema político se han montado, India, Brasil, que suman una población que supone casi la mitad de la mundial y que han despertado al consumismo... muchas empresas se han apresurado a seguir esta nueva estrategia en un intento de aprovechar esa nueva tarta a repartir. Las cooperativas del grupo MCC no han sido una excepción en esta nueva estrategia, pero tengo cada vez más firme la idea de que esa nueva forma de hacer no ha sido precedida de un debate ideológico interno en profundidad sobre hasta que punto esa filosofía era compatible con el ideario fundacional del sistema, ya que esa forma de expandirse da lugar a estrambotes tales como la existencia de una gran empresa del grupo en la que el 66% de su plantilla no son socios cooperativistas y otra en la que en más del 50% de la plantilla concurre la misma cuestión, algo que contemplado desde la óptica que dio origen al grupo sería impensable, por razones que calladas quedan dichas.
Mucho y bien tendrá que pensar el grupo para adaptarse, si es eso lo que decide finalmente, a estas nuevas circunstancias que imponen las modas cambiantes de los mercados y hacerlo además sin la presencia de un líder, de un ideólogo de la entidad de un irrepetible don José María, lo que añade una seria dificultad al tema. Lo que si parece fuera de toda duda es que el debate, este debate, si se quiere sobrevivir, se impone.