jueves, 22 de mayo de 2014

VUELVE GAROÑA

La declaración de uno de los copropietarios de la vetusta y ajada central nuclear manifestando su decisión de reabrirla, forma parte, según sus manifestaciones "de un proceso global de negociación del sector eléctrico". La maniobra en forma de sainete parece clara. El Presidente del Gobierno ha hecho una cuestión de honor la reapertura de la misma, tal vez porque el gobierno anterior tomó la decisión contraria y la propiedad, consciente de esa fijación, quiere utilizarla como moneda de cambio para negociar las tarifas eléctricas futuras. Es tal la fijación, el empecinamiento del Gobierno por que se realice esa puesta en marcha, que ha rebajado de manera importante los impuestos que gravan la reutilización del combustible de la central para ofrecer un caramelo a la propiedad.  Los propietarios de la central conscientes de la profundidad de ese capricho, se frotan las manos porque pone en sus manos un argumento negociador de peso y hacen suyo aquello de "si lo quieres celeste, que te cueste". No obstante el Gobierno no tiene fácil sacar adelante su idea toda vez que la puesta a punto de la central parece ser que costaría alrededor de 150 millones de euros, que por otro lado, dado el exceso de capacidad instalada en España, alguna central de ciclo combinado tendría que cerrar y lo que tampoco parece moco de pavo es que nadie puede garantizar a los propietarios de la central que la próxima legislatura tendrá el mismo color político. Produce por otra parte auténtico pavor que el mantenimiento en servicio a todo trance, de una de las tres centrales más viejas de las 143 instaladas en Europa, tenga como trasfondo una decisión política y no técnica. Son, entre otras, este tipo de decisiones las que nos hacen perder el poco cariño que se tiene a esa facción impresentable de la clase política. De todas formas, no pierdo la esperanza de que esa aberración no se consuma finalmente.
  

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