El
envejecimiento de la población como consecuencia
del
incremento de la esperanza de vida de la misma, el
crecimiento
insostenible de la economía
en sus niveles
actuales, la productividad en constante aumento por la
utilización de nuevas tecnologías, la espectacular
concentración de poder económico, la creciente desigualdad
entre clases... tienen que dar origen- necesariamente - a
una sociedad muy distinta de los parámetros que rigen en la
utilización de nuevas tecnologías, la espectacular
concentración de poder económico, la creciente desigualdad
entre clases... tienen que dar origen- necesariamente - a
una sociedad muy distinta de los parámetros que rigen en la
actualidad y eso no se vislumbra en el horizonte,
circunstancia que le hicieron exclamar a un bilbaino chirene
que "el
futuro ya no es lo que era", porque cada vez se
presenta con más y más
difíciles incógnitas a resolver. Me
cabe la esperanza de que cada tiempo tiene su afán y la
humanidad,
en constante evolución desde que el hombre
fabricó la primera
herramienta, siempre ha sabido adaptarse
a los cambios. Cierto es que
el gradiente de los mismos se
ha intensificado y de que manera, pero
eso
no cambia la
esencia de nuestra adaptación. Pero de todas formas, de
momento no se vislumbra en el horizonte, una política que
apunte el
camino hacia esa nueva forma de sociedad, entre
otras razones porque los
poderosos - los de siempre – han
hecho suyo el lema de
“después de mi, el Diluvio", de ahí mi
temor y coincidencia en el juicio
de mi paisano de que "el
futuro ya no es lo que era".
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