miércoles, 12 de febrero de 2014

MENOS LOBOS

En el frontispicio de la puerta principal del castillo del PNV ha aparecido desde siempre como hecho diferenciador, la inscripción "Nosotros sabemos administrar bien" y supongo que por modestia no añadieron lo de "no como otros". Si entendemos por administrar el organizar, gobernar, regir de manera eficiente los bienes ajenos o propios, me temo que se les ha calentado la boca a los autores del susodicho lema y para muestra basten algunos botones próximos y cercanos. Que una autonomía como la muestra tenga para 2,2 millones de habitantes, 110.000 funcionarios solo puede entenderse si existen duplicidades flagrantes de funciones, como no es menos de esperar si nos gobiernan 3 diputaciones, que son las que recaudan y por lo tanto manejan los importes de nuestros impuestos, 235 ayuntamientos, unas juntas generales y un gobierno llamémosle local -central con sede en Gasteiz. Que las tres diputaciones no se coordinen en profundidad para poner coto a los desmanes del fraude fiscal no tiene un pase. Que se eche tierra sobre la fantasmada del Hiriko y el proyecto Epsilon de Formula 1, donde se evaporaron irresponsablemente del orden de 80 millones de euros, ni les cuento. Si esa muestra de despropósitos no es suficiente (para no cansarles con las ya manidos temas de la Super sur, el BEC, las subvenciones solapadas al Bilbao Basket y la construcción de Miribilla y no tanto al Athletic, el peaje de la AP-8, los  cientos de sociedades participadas de las que ya se ha perdido el control y que suponen un cobertura para enchufismos y camuflaje de gasto público,...), si todo esos despilfarros organizativos y de inversión, decía, son una muestra del buen hacer de una organización bien administrada, la imaginación no me alcanza para intuir que no ocurrirá en una república de las que llamamos bananeras. Decía Lenin que una mentira - y el eslogan de marras lo es - repetida como un mantra un número de veces suficiente acaba convirtiéndose en una verdad inmutable. Frase lapidaria que se ajusta como anillo al dedo en nuestro baqueteado país.

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