miércoles, 16 de diciembre de 2015
EL CAMBIO CLIMÁTICO Y LA CONFERENCIA DE PARÍS
Lamento no compartir la euforia desatada con motivo del resultado de las reuniones que han tenido los representantes políticos de 195 de países reunidos en la llamada Conferencia de París, de los cuales lo aprobaron 186 y cuyo objetivo estaba centrado en poner coto al progresivo deterioro que está sufriendo nuestro Planeta en materia medio ambiental. El motivo no es otro que la absoluta pérdida de confianza que me merece la llamada "clase política", pérdida que tiene su origen en los múltiples desengaños que he sufrido a lo largo de un dilatado espacio de tiempo. Es en definitiva una cuestión de estadística. La opinión que merece esa "clase", la comparto plenamente con un diplomático y escritor mexicano, Marco A. Almazán que dice al respecto que " la política es el arte de impedir que la gente se meta en lo que si le importa".
Los términos de los acuerdos adoptados que no tienen otro objetivo que distraer a la humanidad de este importante tema , son como siempre de un evanescente, de un difuso tal, que no hay por donde agarrarlos. Veamos algunos ejemplos extraídos del texto en apoyatura a ese juicio:
1). Los acuerdos adoptados no son vinculantes, es decir no son obligatorios.
2 ). Los países desarrollados deberían seguir encabezando los esfuerzos y adoptando metas absolutas de reducción de emisiones para el conjunto de la economía.
3). Los Estados no estarán obligados a cumplir sus compromisos, pero si a hacer un seguimiento y presentar revisiones cada 5 años, aunque de momento la próxima se hará dentro de 10, en el 2.025.
4). Los países más desarrollados movilizarán ( ¿que será eso de movilizarán ?. ¿Acaso venderles equipos?), 100.000 millones de dólares, pero de quien los pondrá y cuando, no se dice nada, si bien EEUU el mayor contaminador del Planeta ya ha manifestado que no aportará ni un centavo.
5). Esta es la XIX vez que se han reunido (la última hace ocho años en Kioto, Japón ), con el éxito que se puede apreciar.
6). Esto no es un Plan para reducir el calentamiento del Planeta. Esto no es más que un número de circo y además malo. Un Plan debería contener en magnitudes cifradas, entre otras cosas, que hacer, cuándo, cómo y por quién, instrumentando medidas de control y por supuesto la obligatoriedad de cumplir los compromisos marcados, aceptados y definiendo sanciones por el incumplimientos de los objetivos por parte de todos los países comprometidos, definiendo con absoluta claridad qué hacer con el carbón, con los combustibles fósiles, con la energía nuclear, con el método fracking, con las energías renovables, con la deforestación, con la trapacera industria del automóvil, etc. etc.
El problema radica, en mi opinión, en que en aras de un pretendido desarrollo hemos creado un monstruito que se ha hecho grande y ya no hay quien lo maneje. Dicho con otras palabras, el proceso degenerativo del Planeta ha llegado ya a un punto de no retorno.
En definitiva la imagen de los Sres. Fabius y Hollande, llorando de aparente emoción por el logro alcanzado por la firma del Tratado, pienso que en realidad lo que realmente les mueve al lloro son las risas que aguantan pensando que, ! Lo hemos vuelto a hacer !. ! Les hemos vuelto a engañar !
!Somos los mejores ! ! Qué risa !.
El desenlace de esta historia queda reflejada por la opinión que tenía de la política y por extensión de los políticos, Groucho Marx, que dice así:
"La política es el arte de buscar problemas. Encontrarlos. Hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados". Cambio y corto.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario