Los constantes incrementos de productividad, el aumento de la población, las crisis económicas cada vez más profundas y frecuentes, el aumento de la esperanza de vida, la contención del gasto por temor al futuro, las reformas laborales, son cuestiones coincidientes en hacer de los fondos de pensiones algo cada vez más inestable, porque el número de cotizantes es relativamente menor y mayor el de los pensionistas. La elevación de la edad de jubilación, que es lo que se está poniendo en marcha como novedosa medida, tiene el doble efecto de que los cotizantes lo hagan por un mayor tiempo a la vez que en la misma medida gocen menos de la jubilación. Yo tengo un sueño hoy, dijo M.Lutero King y salvando la distancia sideral que me separa de ese campeón de la defensa de la libertades, digo que yo también he tenido un sueño que brindo a la política económica liberal que rige nuestros inciertos destinos, sueño que no es otro que el de "llevemos la edad de jubilación hasta la esperanza de vida, de tal suerte que desaparezca la figura de los jubilados", con lo cual el pavoroso problema que se avecina quedaría resuelto.
Con esa solución retomaría fuerza ese principio de resignación que dice que el trabajo es un castigo bíblico heredado del pecado original y se abundaría además en la idea de que a este mundo hemos venido a sufrir.
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