miércoles, 14 de octubre de 2020

COMO EL RABO DEL PERRO

Escalada en el País Vasco en el parámetro de infectados por cada 100.000 habitantes, en el de RO que indica el promedio de contagios que genera una persona afectada, en el de positividad que representa el % de casos positivos sobre las personas controladas y el del número de muertes que al 14 de octubre suman ya 2.003. Osakidetza ante esta evolución manifiesta como única reacción a esa preocupante escalada, que es debida al "contagio navarro" y "llama a la población a estar vigilantes ante la evolución ascendente de esos parámetros", en tanto que el portavoz del Gobierno Vasco indica que "no se contempla de momento la implantación de un estado de alarma". Pues me parecen unas manifestaciones, por decirlo de manera suave, tan tibias como toda la actuación que se ha desarrollado aquí desde el inicio de la pandemia que se puede resumir en aplicar paños calientes y además tarde, y por si eso fuera poco, siempre por detrás de los acontecimientos, como el rabo de los perros.

Han existido, y todavía, dos formas para atajar el 

desarrollo del virus. Una, ofensiva, activa,en la que 

primaba la salud de la población sobre la economía, como 

es la de echarse sobre la yugular del virus adoptando 

medidas agresivas y rápidas, que es lo que ha hecho 

Nueva Zelanda que con 5 millones de habitantes ha 

tenido 21, si 21, muertes por coronavirus en tanto que 

nosotros llevamos los 2.003 citados para una población 

del orden de 2,2 millones. Y la otra, la que apostaba 

claramente como objetivo principal el no perjudicar 

excesivamente la economía a costa de la salud de la 

ciudadanía, contenporizando con el virus a través de 

medidas insuficientes además de tardías.

Esta última ha sido forma de afrontar el problema, ha sido, 

y está siendo, la tónica general de todos los países 

occidentales que parece que han olvidado que no es 

posible hacer tortillas sin romper huevos y así nos va.


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