sábado, 18 de junio de 2022

LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

Desde hace ya muchos años que a la Constitución española se le ha visto el rabo, pero este se agita a veces cuando ocurren cosas como el viaje relámpago del emérito a "participar" en una regata de veleros en aguas gallegas a la vez que a gozar de una dirigida manifestación de popularidad, que hay gente "pa too".

Han trascurrido ya 44 años desde que se aprobó esa Constitución que no supuso en el fondo ningún cambio de fundamento aunque, eso si, consiguieron sus autores una partitura musical que sonaba de manera agradable. Sin estridencias. 

En el fondo, los llamados "padres de la Patria", no hicieron otra cosa que a través de un depurado estilo leguleyo, seguir los dictados del mandato de su mentor, Franco, que se perpetuó en la vida española - y sigue - a través de aquella frase lapidaria de "dejarlo todo atado y bien atado". 

Se dieron situaciones realmente chuscas, cuales son que el PC aprobara el texto en el Congreso y Senado, así como el PSOE, ORT, CCOO, UGT, PCE...en tanto que se abstuvieron el PNV, PSC, CNT...  El texto fue sometido posteriormente a referéndum entre la población española y aprobado con el 92% de los votos emitidos.

Viniendo de donde venia nos pareció todo un hallazgo pero el tiempo, como en tantas otras cosas, va decantando las situaciones.  

Por ejemplo ahora reparamos en que dentro del texto de la Constitución existen dos tipos de derechos. Los fundamentales y los otros, digamos los de segunda clase y curiosamente están dentro de este segundo grupo de derechos los correspondientes a el trabajo, a la vivienda, a la salud y a la educación de la ciudadanía en tanto que por ejemplo está enclavado entre los fundamentales la libertad de empresa. 

Chirría, claro que chirría esa clasificación, pero donde realmente se hace insoportable es cuando ahora - con lo que ha llovido - uno se pone a leer el Art. 56.3, que establece que " la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad de ningún tipo". Hábilmente no precisaron "en el desarrollo de sus funciones institucionales", con lo cual el buen mozo - y la Justicia con él - han entendido que tampoco se les puede exigir responsabilidad alguna en el caso de que comete irregularidades en el plano privado. Dicho de otra manera, se concedió a sus majestades una patente de corso para navegar a su antojo por todos los prados de la vida, tanto en los institucionales como en los privados. Y dicho y hecho. Hay que ver como El Campechano aprovechó las facilidades que el pueblo irresponsablemente le otorgó. 

Periódicamente se revuelve el gallinero político ante este dislate que no parece de este mundo en el que vivimos y salen voces clamando por una urgente actualización, es decir, modificación de ese artículo. La última la han protagonizado Podemos y PNV que presentaron en el Congreso una propuesta que limitaba ese concepto de inviolabilidad del rey, pero... el PSOE y el PP tumbaron la propuesta a la voz de "no procede iniciar la tramitación de la propuesta por chocar contra la Constitución", de donde se deduce que cualquier propuesta de modificación del articulado de la Constitución no será admitida a trámite por lo que tendremos una "tabla de la Ley" inmutable e imperecedera, para mayor gloria y esplendor de los herederos del régimen de "democracia orgánica" que duró 40 años.

Aquí en España no hay que recurrir a Dios como en el Reino Unido para que salve al rey o la reina. Basta con dejar la Constitución tal cual, de forma que no sera necesario pedir favor alguno a Dios para nada, lo cual, hay que reconocerlo, es un sistema mucho más directo.






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