martes, 12 de julio de 2022

LAS RELIQUIAS DE SANTIAGO (1).

El culto a las reliquias fue desde el comienzo del cristianismo un fenómeno de gran importancia bajo el punto de vista social, económico y cultural, atribuyéndose a las mismas características milagrosas. Fueron además consideradas como una protección divina para las personas que las poseyeran y una ayuda para conseguir aquello que se consideraba inalcanzable. Poseer una reliquia suponía para sus poseedores, en el plano particular, una fuerza especial ante lo adverso y en el plano de la Iglesia disponer de una capacidad de convocatoria a su alrededor impresionante, hasta el punto de que muchas iglesias se construyeron como resguardo de tales pretendidas reliquias y punto de referencia hacia ellas y el camino de Santiago y su catedral al final del mismo es buena prueba de lo indicado. Este destino junto a los de Roma y Jerusalén son los únicos destinos a los que se puede peregrinar, de ahí la importancia que tuvo la determinación de considerar los restos encontrados como - ni más ni menos - los de un apóstol.

¿Y cómo se dio con estos restos de Santiago, también llamado el Mayor?.

Los apóstoles fueron enviados por Jesucristo a anunciar la buena nueva hacia el año 30 dC. y una de las versiones (puesto que hay más) es que Santiago había comenzado su labor de apostolado en lo que hoy es Galicia, entonces perteneciente al Reino de Asturias. Durante su pretendida estancia en Galicia, Santiago formó algunos discípulos tras lo cual regresó a Jerusalén. 

Casi 800 años, 800, después de estos hechos, un ermitaño gallego llamado Paio, manifestó al obispo de Iría Flavia (hoy Padrón), Teodomiro que "habia visto luces celestes amén de revelaciones angélicas" en la ladera de un monte.

Hallaron en ella una tumba en la que encontraron los restos de un hombre decapitado que tenía su cabeza bajo uno de sus brazos. Jamás se ha realizado sobre los citados restos prueba científica alguna, por lo que la autenticidad de los mismos identificándolos con los del apóstol ha sido puesta en duda en numerosas ocasiones.

Si hay algo improbable es que los restos de Santiago, que fue ejecutado en Jerusalén en el año 44 dC. fueran trasladados a Galicia (¿a santo de qué?) y más improbable todavía es que esos restos "aparecieran " casi 800 años después y por si fuera poco "bajo luces sobrenaturales" en una época que las reliquias (y mas de un apóstol) cotizaban tan altos.

El rey de Asturias de aquel entonces Alfonso II el Casto, apoyó la idea del obispo y mandó construir una iglesia en la que veneraran los citados restos en el lugar que hoy ocupa la catedral de Santiago de Compostela. 

(Continuará). 


        

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