miércoles, 13 de julio de 2022

LAS RELIQUIAS DE SANTIAGO (3).

Como resumen de las anteriores entregas podríamos convenir en que el lanzamiento del Camino por parte de sus impulsores, el rey de Asturias Alfonso II el Casto y del obispo de Iría Flavia allá por los años 800 fue todo un éxito bajo el punto de vista religioso, cultural y económico, pero esa trayectoria no fue regular a través del tiempo de su existencia que son ya la friolera de 1.200 años. 

Efectivamente, a partir del siglo XIV y como consecuencia de las guerras que se desarrollaban en Europa hizo que los peregrinos que venían de ella disminuyeran fuertemente y si a eso se añade el efecto que causó una peste negra, se obtuvo como resultado que el número de peregrinos disminuyera de manera apreciable.

Dos siglos después, en el XVI otro duro golpe sacudió el Camino como consecuencia de la aparición del protestantismo y las guerras religiosas que se produjeron. A esas dos cuestiones se sumó la creciente inseguridad de la ruta provocada por la proliferación de la delincuencia. La suma de esas cuestiones tuvieron un efecto negativo importante en el número de peregrinos que hacían el Camino. Otros dos siglos después volvieron las aguas a su cauce y se reactivó la actividad a lo largo del mismo. 

Sin embargo en el XIX pareció que la vida del Camino había llegado a su fin, tal fue la escasa actividad que en él se desarrollaba, pero a finales del siglo, concretamente en el año 1.884 el Papa León XIII hechó un autentico capote que supuso la reactivación del Camino que ya desde entonces no ha experimentado ninguna crisis en su devenir. Y ese lance del Papa consistió en declarar que los restos - sobre los que desde siempre se habían producido dudas sobre la autenticidad de los mismos - eran auténticos. Sobra decir que no había soporte científico alguno para afirmar tal cosa. Simplemente el Papa habló y sus seguidores dijeron amén tomando su declaración como dogma. 

Y desde esa fecha la vida del Camino se ha deslizado sin sobresaltos notables. 


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