martes, 16 de agosto de 2022

LOS FRANCESES

Un grupo de amigos montañeros realizó recientemente una excursión a la zona del monte Gabarnie en los Pirineos franceses y sus comentarios acerca de la misma coincidieron en dos cuestiones. Una en que quedaron prendados de la belleza de la zona y dos el especial cariño que tienen (por lo menos los franceses del área) al vil metal, reflejado en el curioso - e interesado - sistema que utilizan para fijar la tarifa de estancia y limpieza del lugar de aposento.

El análisis de este aspecto nos llevó hasta el repaso de lo que se dice en la Biblia acerca de los pecados capitales, repaso que gracias a internet (la memoria tras ese invento ha pasado a un segundo plano) pudimos completar los 7 que componen la lista y que son : pereza, gula, lujuria, avaricia, envidia, ira y soberbia. 

Y repasando cosas acerca de los franceses recordamos al escritor Fernando Diaz Plaja que entre su copiosa producción literaria tiene dos títulos muy interesantes en los que analiza a franceses y españoles bajo el prisma de los pecados capitales y una de sus conclusiones es de que los pecados capitales de mayor relevancia, son, para los franceses la avaricia, en tanto que para los españoles es la envidia. 

Ya crecidos por mor de la certeza de Don Fernando en ambos juicios, fuimos recordando cosas a favor de ambas opiniones  apuntando detalles a favor (claro) de esta idea, reparando en el tamaño de las mesas de los veladores franceses, la ridícula dimensión de sus azucarillos, la escasísima capacidad de sus copetines para los chupitos y como no de su imperecedera afición - sagrada más bien - por su famosa "pourboire", la propina, que si no la dejas o la que dejas la juzgan insuficiente son capaces de sacarte los ojos. 

De los españoles mejor no decir nada ya que somos parte de ellos y sería una estupidez tirar piedras a nuestro tejado.

Para acabar, una cosita. Dijo Chesterton a la pregunta de que opinión le merecían sus compatriotas ingleses que "no tenía una opinión formada acerca de esa cuestión puesto que no les conocía a todos". Pues la persona que me dió su opinión acerca de los franceses (que era un ejecutivo español que trabajaba para una - la más- importante empresa automovilista francesa) no era tan prudente como Chesterton en ese aspecto ya que sin cortarse un pelo dijo "un francés será siempre un francés por mucho que se lave". El ejecutivo bajo el PDG (ahora se ha puesto de moda decir CEO) del grupo al que pertenecía seguramente estaría dolido por el trato que le dispensaban los gabachos o no, vaya Ud. a saber, pero el caso es que lo dijo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario