Truman, el que fue Presidente de EEUU entre 1.945 y 1.953, pasará a la historia por haber dado la orden de emplear por primera
vez en la historia bombas atómicas sobre Hiroshima (hoy hace exactamente 77 años) y Nagasaki (dos días más tarde) que
produjeron entre la población civil japonesa 246.000 muertos e innumerables efectos negativos posteriores, decisión que arroja
bajo mi punto de vista un gran borrón sobre su trayectoria como presidente.
Las razones que posteriormente esgrimió Truman para efectuar esa acción - que permanecerá en la historia por su salvajada - las explicó con las palabras que al final de este escrito se citan.
El paso del tiempo ha ido dejando las verdaderas razones en su sitio y esta no eran otras en el fondo que la de marcar territorio a la entonces poderosa URSS a través de esa exhibición de poder destructivo ya que estimaban serían sus próximos enemigos a batir.
Sin embargo no trato ahora de ahondar en estas motivaciones y su terribles consecuencias para el pueblo japones, sino de recordar la figura de ese Presidente que tenía algunos aspectos de su carácter realmente singulares. Véanlo Uds.
HARRY S.TRUMAN, fue nombrado Presidente de EEUU tras la muerte de Roosevelt, el 12 de abril de 1.945, demostrando a través de su mandato ser una clase diferente como presidente al uso. Probablemente tomó tantas o más decisiones en relación con la historia de EEUU como las que tomaron los 42 presidentes que le precedieron. Con todo, la verdadera medida de su singularidad aparte de la ya citada - esta vez en plan positivo - es lo que hizo después de dejar la Casa Blanca.
Al final de su mandato, todos sus ingresos consistían en
una pensión del Ejército de 13.507 dólares al año. Al enterarse el Congreso
de que se pagaba sus sellos de correo, le otorgó un complemento y, más
tarde, una pensión retroactiva de 25.000 dólares por año. Después
de la toma de posesión de su sucesor, Eisenhower, Truman y su esposa
regresaron a su hogar en Missouri conduciendo su propio coche... sin
ninguna compañía del Servicio Secreto.
Cuando le ofrecían puestos corporativos con grandes salarios, los rechazaba diciendo:
"Ustedes no me quieren a mí, lo que quieren es la figura del Presidente
y esa no me pertenece. Le pertenece al pueblo norteamericano y no está
en venta..."
Aún
después, cuando el 6 de Mayo de 1971 el Congreso estaba preparándose
para otorgarle la Medalla de Honor en su 87 cumpleaños, rehusó
aceptarla, escribiéndoles: "No considero que haya hecho nada para merecer ese reconocimiento, ya venga del Congreso o de cualquier otro sitio." Como Presidente se pagó todos los gastos de viaje y la comida con su propio dinero. Este hombre singular escribió: "Mis vocaciones en la vida siempre fueron ser pianista de una casa de putas o ser político. Y para decir la verdad, no existe gran diferencia entre las dos"
(Me
permito añadir a este último comentario, que de existir una diferencia
entre ambas ocupaciones está muy claro a favor de que opción, por ser más
ética, debería haberse decantado).
Sin
duda abrumado por las consecuencias que su decisión produjo, se vio en
la necesidad de justificar la misma con comentarios como el que sigue en
cursiva.
"Nadie está más perturbado que yo por el uso de las bombas atómicas pero después de haber encontrado la bomba, la hemos usado. Las hemos utilizado en contra de aquellos que nos atacaron sin aviso en Pearl Harbor, en contra de los que han matado de hambre, golpeado y ejecutado a prisioneros de guerra estadounidenses, contra aquellos que han abandonado toda pretensión de obedecer las leyes internacionales de la guerra. La hemos utilizado con el fin de acortar la agonía de la guerra, con el fin de salvar la vida de miles y miles de jóvenes norteamericanos".
Más adelante amplió esta justificación indicando que las dos ciudades citadas eran importantes focos de industria bélica, cosa que en absoluto era cierta o dicho más claramente, era una burda mentira, ya que esos focos habrían estado localizadas en la periferia de las mismas y las bombas fueron arrojadas teniendo como blanco los centros de las dos ciudades.
Estos son los hechos y los comentarios que merecieron por parte de sus autores y como quiera que cada uno es libre de interpretarlos según su criterio pues Uds. mismos. Salud y con el deseo que no vuelvan a repetirse acciones como estas de infeliz recuerdo.
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