NEWTON Y NUESTROS POLÍTICOS.

 
La Tercera Ley de Newton o principio de acción y reacción, plantea que toda acción genera una reacción de igual intensidad, pero en sentido opuesto. Pues bien, esta ley se cumple en el mundo que nos rodea, menos en España y más concretamente por fijar el tema, en el Senado y nuestra Cámara de Diputados donde los padres de la Patria hacen caso omiso a la ley de transparencia que obliga a sus señorias a serlo con sus ingresos y para los remolones en la cumplimentación ahí están la Presidencia del Congreso o del Senado que pueden solicitar a la Comisión del Estatuto del Diputado la apertura de un procedimiento para dilucidar si la cosa ha producido una infracción del presente Código por parte de sus señorias, cosa que así a botepronto suena a cosa muy sería, pero que no altera un ápice el pulso de las citadas señorias toda vez que aunque la cosa parezca grave en el fondo no lo es tanto porque al igual que en su día manifestó el Conde de Romanones "hagan Uds. las leyes y déjenme a mi hacer el Reglamento" y los que se han encargado de hacer el Reglamento que regula esa Ley, (entre bomberos no se pisan la manguera) han tenido buen cuidado de dejar bien claro que pese al aspecto amenazador de la misma, la omisión o falsedad de los datos a los que están obligados sus señorias a facilitar por Ley, NO acarrea ninguna sanción. Nada, cero, niente, nothing...de ahí que ese principio del genial Newton no sea de aplicación para esta pandilla de, digámoslo en sutil expresión, facinerosos. Y esa lenidad, algunos diputados la aprovechan de manera burda - supongo porque lo que Dios no da Salamanca no presta - como es, por ejemplo el caso del Tigre de Amurrio que manifiesta al presentar el texto de la declaración sin un solo dato que "trabaja por el interés superior de España". Así, con un par, porque él lo vale y el Reglamento le ampara. Si Newton levantara la cabeza a buen seguro que le empezaría a fallar la fé, por lo menos en lo que respecta a esa tercera Ley.