viernes, 12 de octubre de 2012

A LA PARÁLISIS POR EL ANÁLISIS

El Presidente del gobierno parece que se ha hecho fuerte en un par de lemas que van como anillo al dedo a su dubitativa personalidad. Uno es el preferido de Franco - sin que la mención del general tenga otra intención que la simplemente histórica - que decía que existen dos clases de problemas. Unos los que el tiempo acaba resolviendo por si solo, y los otros, los que no hay forma de resolverlos. El segundo, en línea con el anterior, es el de tomar una postura pasiva ante todo tipo de cuestiones, que dice que uno de los mejores métodos para llegar a la parálisis es el del análisis repetitivo dando vueltas y más vueltas a una misma cuestión o lo que es lo mismo, girar en círculo permanentemente sin acercarse ni un milimetro al centro, a la solución del problema. Solo la aplicación de uno, o los dos, de esos sistemas puede hacer entender la dilación en la definición de rescate si, rescate no, del que por cierto habla ya sin tapujos cuando hasta hace muy poco era una expresiónn que no estaba en su diccionario. Y entre tanto vamos cubriendo la deuda pública con los bancos españoles al 5%, o más, de interés, sin poder hacerlo al 1% del BCE porque ya se han encargado los lobbys de la banca europea de que la normativa del citado banco central  impida comprar deuda directamenre a los Estados. Un invento digno de premio Nobel teniendo en cuenta que los dineros del BEC proceden de los erarios públicos de los estados asociados europeos, dinero que prestan a entidades privadas que luegon a su vez  lo prestan a los Estados con el diferencial citado. En línea con la huida hacia adelante, es decir al desastre, Hacienda prevé un caida del PIB para el próximo año del 0,50%, y el servicio de estudios del BBVA, el Banco de España y el FMI, apuntan a que la caida será casi tres veces mayor. Parece claro que a nuestro flamante y entusiasta ministro del ramo se le ha ido la mano que guia al número un pelín. En el Reino Unido dicen Dios salve a la Reina, cosa que no me gusta un pelo, pero que a lo mejor tenemos que hacerlo nuestro tal como van las cosas y decir con más o menos entusiasmo, Dios salve, por lo menos, a nuestro Rey.






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