Aquellos sistemas políticos en el que no estén implantadas las separaciones de poderes en los snstemas legislativo, judicial y ejecutivo, hasta el punto de que se dé una manifiesta independencia entre unos y otros, podrán auto definirse como países formalmente democráticos, pero no nos engañemos. No lo son.Son países en los que los regímenes se pueden definir sin lugar a error como partitocrácias, es decir donde el poder político reside en los partidos y no en el pueblo como en las democracias formales. Países en los que las listas de los políticos para optar a ocupar un puesto en el Congreso o Diputaciones o Ayuntamientos, se realizan en régimen no ya cerrado sino hermético y en los que para ser incluidos en las mismas se tienen en cuenta aspectos que poco o nada tienen que ver con la vocación de servicio, preparación, experiencia profesional e independencia de criterio, sino con otros más acordes con los fines que se proponen que no son otros que la conquista primero del poder y la permanencia a ultranza en el mismo una vez alcanzado en base a fidelidades cautivas, a la voz de que, el que se mueva no sale en la foto, frase cínica y reveladora de los entresijos de este tipo de política, de aquel incombustible político llamado Guerra que ha hecho,de la política, como la mayoría de los políticos de este pais un medio estable de vida. Para más inri,paises en los que por otra parte los tribunales, vocales y jueces del poder judicial se nombran en función de lo escaños obtenidos en en su Parlamento, encajan perfectamente en la definición de partitocracia descrita.
Churchill decia acerca de la democracia " que era el régimen político menos malo entre los sistemas conocidos". Es una pena que no nos legara la definición que hubiera hecho de la partitocrácia.Y este sistema en en el que están inmersos el Gobierno central de España y todas sus Autonomías si excepción, por mucho que se den golpes de pecho, se alimenta con votos.Si los huracanes se alimentan con el vapor del agua del mar por el que circulan, a la partitocracia la crean y alimentan los votos. Y como quiera que no deseo alimentar algo que me repugna, pues eso. No voto, aún con el riesgo de que me tilden de anti sistema, expresión que viniendo de donde viene la tomaría como un elogio.
R. Hidalgo Segurola
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