Hay que reconocer que se lo han montado bien, que han vestido el muñeco de manera muy vistosa y a la vez eficaz. Han hecho machacona referencia y uso de, los mercados, la burbuja inmobiliaria, el crack de muchas entidades financieras, el vivir por encima de nuestras posibilidades, la globalización, la competitividad, las preferentes, las tarjetas black, los disparatados salarios y bonus de los ejecutivos, la corrupción galopante, el descrédito de todo aquello fuera del bipartidismo, el déficit público, la concentración acelerada del capital, el papel devaluado de lo que se llamaba el cuarto poder, el desempleo.... todo ello y más, para desembocar en lo que han definido como imperiosa necesidad de recortar salarios y libertadas con el pretexto de que si así no se hiciera el mundo dejaría de girar sobre su eje.
Y la cosa les está saliendo bien. En España, en lo que se refiere al empleo, como existe un notable desequilibrio entre la oferta y la demanda, los empleadores, tan aficionados ellos a las leyes del mercado, están usando y abusando de ese desequilibrio de tal suerte que aquellos tiempos no tan lejanos en los que la expresión "mileurista" era un término despectivo para los salarios bajos, ahora se han tornado en una misión envidiada por inalcanzable. Este desequilibrio, sumado al descrédito ganado a pulso de los sindicatos, el individualismo de los que antes se definía como clase trabajadora, unido a la recesión económica que nos viene aquejando, aunque por supuesto no a todos por igual, y porque no decirlo la desaparición del contrapunto que era la Unión Soviética, está haciendo, para los pescadores de beneficios por encima de cualquier otra circunstancia, un mundo en el que están cabalgando a rienda suelta, hasta el punto de que se están poniendo literalmente morados. Y para que no falte de nada, los patriotas con pedigrí a guardar sus caudales a Suiza. Por si acaso.
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