viernes, 28 de abril de 2017

MAS CANALLA QUE PIGALLE DE LA BELLE EPOQUE

En la cada vez más encanallada política española, se están dando a conocer episodios de su desarrollo que dan verdaderas nauseas. Tras los casi ya incontables casos de corrupción que han ido sucediéndose uno tras otro, ahora aflora el trasfondo del mecanismo que durante tantos años ha propiciado semejante tragedia bajo el punto de vista democrático. Que la doctrina de Montesquieu, esto es, la separación de los poderes legislativo, judicial y ejecutivo, era non nata a partir de la Constitución española de 1.978 - con los mismos efectos de no aplicación que la de 1.856 por mor de un golpe contra revolucionario que la echó abajo ese general que todavía tiene dedicada una arteria importante de Madrid, que no es otro que O'Donell - era algo que se adivinaba por los efectos que causaba. Sin embargo ahora que se están conociendo como estos políticos golfo - patrióticos iban manipulando a jueces, fiscales y ministros, es cuando el gravísimo problema que nos aqueja, ha adquirido su real dimensión.
Han llegado a la política para hacer carrera a cualquier precio y lo de robar forma ya parte del paisaje de tal suerte que parece que el que de una forma u otra no roba (puertas giratorias, mordidas, sobornos, desfalcos, malversaciones, falsificación de documentos públicos...), es considerado dentro de esa ralea como un retrasado mental. Y aquí han mojado tanto el PSOE como el PP. Si se quiere estos últimos más todavía porque los primeros ya dejaron el terreno abonado para esta clase de tropelías. Los últimos escándalos han puesto en el disparadero la situación en la que los principales partidos ya han marcado postura. El PP, capaz de negar la existencia de la ley de la gravedad renegando para ello del mismísimo Newton, repitiendo como un mantra que "son casos aislados los episodios de corrupción que se van descubriendo", el PSOE desaparecido en combate desde hace meses en tanto sus lideresos van disputándose el acceso al poder, animados - naturalmente - por una vocación de servicio al
 país irrefrenable y en el ínterin, PODEMOS & CIA, todavía vírgenes, quizá porque no han tenido ocasión de pecar, han montado una moción de censura a Rajoy, señalándole como máximo responsable de este calamitoso caminar de la podrida política española. Naturalmente,                   el gallego, con una pasmosa habilidad para situarse lejos de las cornadas que van recibiendo sus colaboradores, mira a un lado como si la cosa no fuera con él. Como si estuviera fuera del tiempo y del espacio. Inabordable, sublime, mayestático, hierático, con un par, refugiándose en el burladero de la frases pueriles tales como " ah si, me he enterado por la prensa",  "nos preocupa la ciudadanía venezolana",  "ah...eso", "dejemos que la justicia haga su trabajo" y así hasta la saturación. Por supuesto que la moción no puede salir adelante porque tendrá en contra los votos, claro está, del PP, del PSOE que cínicamente dirá que su sentido de Estado le alía con el partido en el poder, Ciudadanos, como siempre, compondrá la figura en cartón piedra, dentro de la cual no hay más que el vacío más absoluto, apelando también - menudo invento ese - a su innato sentido de la responsabilidad. El resto de los partidos son a estos efectos intrascendentes. La moción decía no tiene visos de salir adelante, pero PODEMOS habrá conseguido una serie de cosas positivas para sus colores. Una, que es bueno que hablen de uno...aunque sea bien. Dos, que obligará al resto de los partidos a hacer verdaderos equilibrios en el alambre para justificar su voto negativo. Tres, que Rajoy tendrá que salir a la palestra a dar la cara, lo que supondrá toda una novedad. Cuatro, todo lo que es rozado se desgasta, como lo ha comprobado en sus carnes la Condesa Consorte de Bornos y de Murillo, Grande de España, la aristócratica Espetxu. Torre alta, vive Dios, pero que también por roce y erosión ha caído. Esa es la esperanza que tengo acerca de ese gallego (vaya racha) infumable. Amén.

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