jueves, 26 de diciembre de 2019

LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA

  • NOTA PREVIA 
  • Durante 40 años un determinado partido político ha estado al frente del Ayuntamiento de Durango (Bizkaia) y en las últimas elecciones municipales dos partidos en coalición han asumido esa función y como quiera que su idea sobre la participación ciudadana en la gestión del municipio es radicalmente distinta de la de su antecesor en el poder, se han embarcado en la creación de una ordenanza que regule la participación del pueblo soberano en la política local. El texto que sigue a este comentario previo tiene por objeto hacer llegar a los dos partidos citados algunas ideas respecto al tema, pero como dudo que llegue a ellos a través de este blog, lo que suelo hacer es publicar este tipo de trabajos con tufo local en un periódico digital que se edita en el pueblo con el nombre de Durangon.com y dice así : 
  • "La ventaja de ponerse ahora a inventar la rueda mirando de reojo los antecedentes existentes, tiene la ventaja de tener asegurado el éxito y como inconveniente el que no se reconocerá el mérito del trabajo toda vez que el plagio sería más que evidente. Hará dos años que colaboré de manera tangencial con un ayuntamiento canario en la implantación de un sistema de participación ciudadana y sabiendo que la rueda está ya inventada me puse a bucear entre los proyectos ya existentes en (como decía Franco) el Estado español y entre los muchos y varios localizados, encontré uno que me pareció muy interesante. Se trata del que realizó el Ayuntamiento de Calviá pueblo mallorquín de unos 50.000 habitantes situado al oeste y a unos 20 km. de la capital de la isla. Esa dimensión del pueblo mallorquín puede encajar en el proyecto que se quiere desarrollar en Durango. Del ambicioso contenido del mismo se desprende que una vez desarrollado en su totalidad, el “empoderamiento” de la ciudadanía alcanzaría un nivel importante a la vez que por un lado pone de manifiesto que, a tal caballo, tal montura o lo que es lo mismo, para implantar un sistema de esas características es necesario realizar un importante esfuerzo de adaptación de la ciudadanía tan poco acostumbrada a estos democráticos menesteres. Es decir, el proyecto no puede ni debe implantarse por decreto ley porque de hacerlo así estaría condenado al fracaso, de forma que se cometería un error probablemente irreversible y es por tanto de todo punto necesario efectuar una intensa labor previa de “catecumenado”, para lo cual habrá que dedicar un tiempo y esfuerzos importantes a ilustrar a través de reuniones informativas y formativas la esencia del citado “empoderamiento” a través del conocimiento de la norma, el reglamento que conduzca el proceso, ya que es la primera ocasión tras la llamada transición- y de eso hace ya 40 años, tiempo en el que muchas conciencias habrán ya fraguado - en la que la ciudadanía de Durango se encuentra con esa forma democrática de influir de manera directa en la gestión municipal. El proyecto, pues, es de una enorme trascendencia y complejidad, por eso pensar que puede implantarse en un corto periodo de tiempo se me antoja de un optimismo fuera de lugar. 
  • Por otra parte, si vamos a dedicar tiempo y dinero a realizar una página web del ayuntamiento, dado su grado de obsolescencia, recabando la colaboración de profesionales del sector, lo que me parece de perlas, la redacción del proyecto total de participación ciudadana, consensuado entre los dos partidos del equipo de gobierno (esto no puede ser obra de uno solo de ellos), el conseguir, o por lo menos intentarlo, la colaboración de la oposición, el obligado trámite de las enmiendas, su aprobación en el pleno, la fase de información y formación de la ciudadanía, la puesta en acción paso a paso del mismo y la complicada administración de las aportaciones que se vayan efectuando, requerirán, en mi opinión, la muy directa colaboración de profesionales del tema – que existen – ya que el asunto es demasiado importante para que sea realizado exclusivamente por personas enormemente voluntariosas, eso si, pero a las que no les habrán salido los dientes realizando proyectos como el que nos ocupa. En definitiva esta cuestión, remedando a lo que decía el que fue Presidente de Francia, Clemenceau, “la guerra es demasiado seria como para dejarla en manos de los militares”


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