En la medida que los políticos van ganando posiciones en el escalafón, va aumentando su desvergüenza hasta rozar el esperpento. El que acuñó la frase de que "para llegar a ser político de carrera - que son los que viven de ella de manera parisataria buena parte de su vida - hay que tragarse en ayunas, como entrenamiento, un sapo crudo todas las mañanas" no sabía hasta que punto daba en la diana. Solo de esta manera de hacer tragaderas se entiende que sean capaces de declarar en público, con luz y taquígrafos, la sarta de rotundas mentiras y memeces que no aguantan el más mínimo análisis.
Pero mentiras y estupideces que van en contra de toda evidencia hasta el punto que pueden decir pomposamente - eso si - cosas como que los efectos de la acción de la gravedad no dejan de ser una interesada e inexistente elucubración de los mandamases del partido que en ese momento ocupe el poder, sin que se les altere un músculo de sus pétreas caras.
Pero si indignante es ver la estulticia de la que hacen gala esos personajillos, esa indignación no es nada comparada con la preocupación que pueda sentirse al pensar que un día u otro llegarán a ostentar la maxima autoridad política del pais en el que pacen, porque este tipo de personajes no comen para alimentarse ya que lo hacen paciendo.
Me estoy refiriendo y lo digo por si no se ha notado, a ese tipo de políticos que han alcanzado ya un nivel nacional ya que a partir de ahí es cuando se desatan todas las desmedidas actitudes que conducen al estado de cosas descritas. Con esta puntualización pienso que dejo fuera de esa fauna a los políticos locales que no tienen otro interés que hacer política de verdad que no es otra cosa que la de intentar realizar el bien común de la sociedad a la que sirven y no la de alimentar sus fortunas personales y sus egos, como hacen aquellos otros.
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