Dejamos que desaparecieran, sin mover un dedo, los 20 cargaderos de mineral que había a lo largo de la ría con un absoluto desprecio a algo tan importante como eran los vestigios de la actividad que hizo de Bizkaia lo que en buena medida es hoy y de no mediar ninguna acción, los temporales acabarán con lo que queda del de Pobeña, único cargadero instalado en la costa bizkaina. El patrimonio desaparecido no es sino el reflejo de la desidia y el desprecio absoluto por nuestro pasado industrial y eso ha ocurrido, curiosamente, en un país que dice amar fervorosamente las tradiciones. Amores que como se ve toman otros rumbos distintos.
Haciendo un poco de historia, hace no mucho tiempo un anterior alcalde de Muskiz manifestó la intención de reconstruir el citado cargadero pero lamentablemente todo quedó en aguas de borrajas. Otro gallo cantó en Barakaldo donde gracias a los buenos oficios de su Ayuntamiento hoy luce espléndida una réplica del cargadero que la compañía inglesa Orconera tenía instalado, en Lutxana cerca de la desaparecida Sefanitro.
Que duda cabe que corren malos tiempos para invertir en cosas no productivas, pero para otras cosas del mismo tenor, ya se obtiene dinero hasta de debajo de las piedras. A este respecto y habida cuenta de la tradicional buena disposición hacia el pueblo de Muskiz por parte de la empresa local Petronor ¿no habría manera de tocar su vena sensible, que seguro que la tiene, para animarla a que acometiera la recuperación de ese último mohicano de los cargaderos?. La repercusión social que tal acción tendría entiendo que justificaría con creces el montante de la inversión.
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