domingo, 30 de noviembre de 2014

 HACER LA CAMA

No me estoy refiriendo a lo que se entiende como menearle a uno la silla o cortar la hierba bajo sus pies. No. Hago referencia a esa costumbre muy extendida que no es otra que poner en orden la cama en la que hemos dormido, haciéndola todas las mañanas. He defendido desde los tiempos ya lejanos en que era soltero y vivía como tal, que hacer todos los días la cama era una cuestión perfectamente prescindible por inútil. Dedicar un tiempo de nuestra vida a efectuar este tipo de cosas la verdad es que no me parecía práctico. Esta teoría que no era compartida en absoluto con los, sobre todo con las, que practicaban esta costumbre, resulta que como ya intuía ha encontrado un refrendo científico. Hete aquí que la prestigiosa universidad británica de Kingston en el condado de Surrey, ha realizado un concienzudo estudio que ha dado como conclusión que los ácaros, ese especie de arácnidos que se desenvuelven como pez en el el agua entre los humanos, atención al dato, se desarrollan y viven más confortablemente en las camas con las sábanas perfectamente estiradas. Sensu contrario, en las arrugadas no están nada a gusto, hasta el punto que disminuye su líbido  de tal suerte que se reproducen poco y mal. Por un lado me alegro que esa teoría tan extendida entre los solteros vaya cogiendo fundamentos científicos, pero en contrapartida, como quiera que uno no es rencoroso, lo siento por todas aquellas personas que  han venido defendiendo calurosamente que el hacer la cama no solo era sano sino de obligado cumplimiento. Vamos, de personas de fundamento.

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