miércoles, 23 de septiembre de 2015

¿ EN QUIÉN CONFIAR EN EL FUTURO ?




Suenan tambores de guerra en la industria alemana del automóvil tras el fiasco de Volkswagen en Estados Unidos donde se han detectado 428.000 vehículos con motorización diesel que estaban emitiendo gases tóxicos por encima de los límites establecidos.
Lo curioso de este asunto es que los técnicos de esa compañía habían dado con un sistema que permitía detectar cuándo el motor estaba siendo controlado, dando a partir de ese momento y superado así ese paso, rienda suelta a las condiciones reales de las características del motor, que no eran otras que emitir, NOx (Óxidos nítricos), SO2 (Dióxido de azufre), CO (monóxido de carbono) y N (nitrógeno), principalmente, ! 40 veces !, por encima de lo que exigía la reglamentación.
Esta acción de VW inédita en toda la historia del automóvil les puede suponer una sanción cifrada por EEUU, en 18.000 millones de dólares y para hacer frente a ella la empresa ha empezado ya a provisionar un fondo.
Así las cosas por el momento los coches de esa marca han dejado de venderse en EEUU y por si fuera poco, el Gobierno estadounidense ha abierto una investigación para determinar si existe una conducta criminal en las acciones descritas y en esa misma línea se han pronunciado las autoridades alemanas. 
Pero la cosa no acaba aquí, ya que más bien cabría decir que no ha hecho mas que empezar, porque resulta que a la empresa alemana le ha cantado la gallina y ha declarado que son once millones (11), los vehículos trucados a través del software de la Unidad de Control del Motor, con lo cual el problema detectado en EEUU ha pasado de ser importante a ser gigantesco. Ahí es nada, ! once millones de coches contaminado a lo loco bajo la apariencia intachable de la eficacia alemana !.
El golpe que esta situación ha asestado al prestigio de la industria alemana del automóvil (y al resto de la misma por extensión) puede ser de efectos demoledores, ya que durante mucho tiempo los futuros compradores de automóviles se lo pensarán antes de decantarse por un coche de marcas originarias de ese país.
Pero la sombra de la sospecha empieza a cernerse sobre el resto de las marcas de coches alemanas e incluso sobre las del resto del mundo ya que la industria del automóvil es como una corrala en la que la mitad de la gente sabe lo que hace la otra mitad y viceversa.
La moraleja de este desdichado asunto es que si no nos podemos ya fiar de la probidad de la industria alemana del sector que nos ocupa ¿de quién podemos fiarnos de aquí en adelante?
Como quiera por otra parte que este asunto puede que esté lejos de haber tocado fondo, en la medida que vayan apareciendo nuevos datos - y peores - volveremos sobre el tema. Hasta ese momento y como dicen los marinos en sus comunicaciones por radio, cambio y corto.




                        

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