sábado, 12 de septiembre de 2015

NAVEGACIÓN 2ª ENTREGA





El 5 de marzo pasado decíamos, ¿y porqué no vamos a contar algo sobre el arte de navegar en plan cultura general, de forma que se pueda seguir el tema, sin meternos en mayores complicaciones sin tirar la esponja?. Vamos allá. ! Ignición !


Obviamente el objetivo de la sonda era evitar que el barco encallara y así poco a poco fueron estableciendo marcas, referencias, sistema que hoy se siguen  empleando para fijar rumbos en los ríos, sistema llamado de enfilaciones. Después fueron apareciendo el astrolabio (que era un compendio de tablas de navegación astronómica), la ballestilla, el octante, sextante (que se utilizaban para medir la altura de los astros en grados) la corredera (para medir la velocidad del barco).......
En la medida que fue generalizándose tanto el conocimiento de la costa como el desarrollo de la escritura fueron, digamos socializándose, los datos obtenidos en documentos del tipo que hoy denominamos “derroteros”, que son documentos que describen las costas indicando la situación de las características de los fondos, balizas, faros, planos  de los puertos, aproximación a los mismos, servicios dentro de ellos, dibujos de los perfiles de la costa... datos en definitiva que hagan la navegación además de posible, más segura.
Además de estos documentos se fueron publicando las "cartas marinas” o planos de la costa en las que se recogían una importante cantidad de datos. Para la navegación de altura fueron incorporándose posteriormente otra serie de publicaciones entre las que cabe destacar las “pilot charts” editadas por el Servicio Hidrográfico de EEUU para el Atlántico, Pacífico norte e Indico con frecuencia mensual y con frecuencia trimestral para el
resto de los mares principales. Estas publicaciones son la recopilación de los datos meteorológicos más reseñables, como son, dirección y fuerza de los vientos, altura, frecuencia y dirección del oleaje, corrientes, nieblas, presencia de icebergs, declinación magnética, porcentaje de temporales, rutas recomendadas para mercantes y veleros... acaecidos en los últimos, creo recordar, 30 años.
De todas formas las cartas marinas no encontraron su plena utilidad hasta que el compás magnético no fue ampliamente utilizado. El que fue director de la biblioteca de Alejandría, Eratóstenes – 280 a 200 a.C. – que determinó el diámetro del círculo máximo que pasa por Asuan, en Egipto, con un error menor del 0,80%, realizó un mapa de las tierras y mares conocidos con líneas horizontales y verticales, es decir fue un precursor de las mismas.
Por otra parte la esfera es un cuerpo geométrico cuya superficie no puede desarrollarse en el plano del papel, de ahí la dificultad de representar por aquel entonces en un plano una porción de la esfera terrestre. Un  cartógrafo flamenco, Mercator, ideó la proyección que lleva su nombre consistente en representar la Tierra
como un cilindro cuyos meridianos son paralelos entre si. A partir de ahí fue posible dibujar correctamente los rumbos entre dos coordenadas del mapa. La escala de estos varía del ecuador a los  polos en función del coseno de la latitud.
En la esfera terrestre el meridiano de referencia, el meridiano cero, el que hoy está situado muy próximo y al este de Londres, aguas abajo del Támesis, en Greenwich, no existía en el siglo XVII. Cada país tenía” su meridiano 0 y así París, Londres, Berlín... tenían
el suyo. En España estaba situado en San Fernando, Cádiz. Para acabar con este maremágnum el rey de  Luís XIII determinó en el año 1.634 que un único meridiano cero fuera fijado en la isla de El Hierro. En la Punta Orchilla concretamente, que es el punto más occidental del archipiélago canario. Ese fue el meridiano de referencia hasta el 1.884, año en que los ingleses, en aquel entonces los capos del mundo, decidieron consultando la cuestión con ellos mismos, llevar esa referencia a Greenwich, donde permanece desde entonces.

(Seguirá)

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