sábado, 5 de agosto de 2017

LIMPIA, SEGURA Y BARATA

Ese ha sido el eslogan que acuñado por la poderosa industria nuclear norteamericana ha propiciado el desarrollo de la obtención de energía eléctrica a partir de los reactores nucleares de fisión.
El que esté dejando el planeta con residuos radiactivos de alta peligrosidad y de largo periodo de actividad, el que el desmantelamiento de las centrales una vez finalizada su vida programada cuesten cifras exorbitantes de dinero, el que los silos para almacenamiento de los residuos no garanticen la seguridad de los mismos a través del tiempo, empiezan ahora a mostrar con toda su crudeza la herencia que los iluminados vendedores y entusiastas fans de este tipo de industria nos han legado.
Si duda toda esa industria así como los inversores y políticos que ha propiciado su desarrollo, habrán pensado en el futuro teniendo como horizonte uno muy cercano a  la voz de "después de mi, el Diluvio".
Ahora, tras el cierre definitivo de Garoña, se va a empezar a conocer lo que supone el cese de actividad de las plantas nucleares bajo el doble punto de vista de la economía y de la problemática que subyace en el tema de la gestión de los residuos que han ido generando. No será tarea fácil determinar el coste medio de la clausura de un reactor, ya que a este respecto los valores que se están apuntando oscilan fuertemente, así la Agencia Internacional de Energía cifra de manera indicativa un coste de 435 millones de euros, expertos consultores se inclinan por un coste de 1.200, casi 3 veces superior, los rusos citan el coste del apagado por reactor entre 440 y 850 millones....
En España cuyo parque nuclear se compone de 7 reactores operando, 2 en parada y uno ya desguazado, el coste que calcula ENRESA (Empresa Nacional de Residuos Radiactivos S.A. ) para el desmantelamiento de todos ellos es de 10.000 millones de euros, o sea, 1.100 millones por cada uno. De esos 10.000 millones hay provisionados 4.000, de modo que faltan 6.000 millones que mucho me temo saldrán de algunos impuestos que se inventen nuestras autoridades económicas con esa fértil imaginación mediterránea que nos caracteriza.
Después del desguace resta almacenar los residuos en dos grandes sistemas. Uno para guardar y controlar los residuos de baja y media intensidad radiactiva (está ya funcionando en  la localidad cordobesa de El Cabril y que quedará saturado en el 2.030) y el otro para almacenar y controlar los de alta actividad que debería estar funcionado en el 2.010 en Villar de la Cañas en Cuenca y que todavía no se ha empezado, repito, no se ha empezado a construir.
Varios de los residuos que en él se depositen,- supuesto que alguna vez se construya - perderán la mitad de su alta actividad en 300 años, por lo que será necesario controlarlos durante ese periodo de tiempo. Tengo el convencimiento de que existen tecnologías cuyo uso deberían  estar vetadas para algunos países ya que en sus manos son tan peligrosas como una pistola en manos de un mono y ni que decir tiene que estoy pensando en España. No somos capaces de hacer un almacén de residuos en tiempo y forma para los residuos de alta actividad de modo que los de Garoña, sin ir más lejos, tendrán que guardarse en los terrenos de la propia instalación en almacenes temporales individualizados, y resulta  que estamos dejando una herencia envenenada que nuestros descendientes tendrán que controlar durante ¡ 300 años, aquí en España, país en el que para nuestras autoridades los próximos 10 minutos entran en la categoría del largo plazo !.
La experiencia catastrófica de Fukushima, la mayor concienciación ciudadana y el desarrollo imparable de las energías renovables, han supuesto para esta industria nuclear el principio del fin y así países serios como Alemania y Francia han puesto ya en marcha 
ambiciosos planes para el desmantelamiento de su parque nuclear, en tanto que aquí, en este país de pesadilla, todavía estamos forcejeando para llevar la vida de las centrales de los 40 para los que están previstos de vida útil, hasta los 60 años, para mayor gloria y provecho de sus propietarios a los que la herencia que dejan les importa una higa.
Para acabar unas cuantas reflexiones. Unas empresas, las nucleares, montan unas centrales, producen una secuela de residuos altamente tóxicos cuya peligrosidad durará centenares de años y encima tenemos que pagarles, nosotros, los ciudadanos, el coste de los almacenes y el mantenimiento de los mismos durante eso cientos de años a los que antes me refería. Otra, el Consejo de Seguridad Nuclear CSN de España dio luz verde a la prórroga de la vida de Garoña. El copropietario de la central Iberdrola, no quiere seguir en el negocio. El Gobierno cierra la central y lo que son las cosas, ahora resulta que pese a que Iberdrola argumentaba para su negativa a seguir con la actividad que el negocio era ruinoso, resulta, decía, que como el Gobierno ha dado la orden de cierre, los propietarios de la central pueden pedir una indemnización al Estado por el lucro cesante. ¿Estamos o no estamos locos ?. La central de Garoña no volverá a abrirse, por tanto los residuos de alta actividad seguirán ahí en tanto no se realice el almacén de Villar de Cañas que como se ve va para largo. Otra cuestión, ese almacén temporal de Garoña ¿quién lo pagará ?. ¿ El Estado por no haber acabado a tiempo el de Villar de Cañas ?. Entre tanto esos residuos quedan bajo la custodia del personal de Garoña que por lo que se oye...

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