martes, 15 de agosto de 2017

Y PARA ACABAR, ¿BARATA?

En Europa están funcionando actualmente - sin contar los instalados en Rusia - 167 reactores nucleares. Al final de su vida activa es preciso realizar una prolija serie de operaciones tanto para desmantelar las instalaciones como para poner los residuos radiactivos que han generado en su período de explotación en almacenes que han estar bajo custodia hasta que los residuos dejen de ser peligrosos tanto para los humanos como para la naturaleza. El lobby nuclear acuñó un eslogan que ha venido haciendo fortuna a través del tiempo, eslogan que a base de repetirlo ha quedado gravado en nuestras mentes hasta el punto de que dudo que haya alguien al que no le suene. Ya saben, el "limpia, segura y barata".
Habiendo consumido el turno sobre las dos primeras patas del banco, toca ahora para acabar con el tema - por los menos de momento -, rematarlo con lo de "barata".
Tras el cese de la actividad de una central se inicia una larga serie de trabajos en el tiempo, cuales son : desmantelamiento de la central, demolición de la misma y acondicionamiento del terreno en el que se asentaba, que puede llegar hasta dejarlo en las condiciones iniciales. 
En lo referente a los residuos radiactivos generados cabe distinguir dos tipos de ellos. Los de baja y media actividad radiactiva y los de alta radiactividad. Los primeros se almacenan en instalaciones que hay que tener bajo control hasta que la radiactividad descienda hasta niveles inocuos y en cuanto a los de alta radiactividad la cosa es más complicada por su intensidad y por la duración de su peligrosidad que en el caso del neptunio puede llegar a 2,13 millones de años. La construcción de los almacenes temporales, tanto los que se localizan en las centrales como los centralizados y finalmente el subterráneo donde han de permanecer en condiciones de ¿seguridad? hasta que se pierda la memoria de donde se encuentran, cuestan cantidades ingentes de dinero. El transporte desde las centrales hasta los almacenes constituyen por otra parte un serio peligro.
Los expertos del tema han situado entre 800 y los 1.000 millones de € por central el coste del desmantelamiento, demolición y acondicionamiento del terreno. La CE ha estimado como coste de esa fase primera para todo el parque nuclear europeo la cifra de 123.000 millones de €, lo que supone un coste unitario de 735 millones de €. Aplicando los baremos unitarios antes citados estaríamos hablando de un coste total comprendido entre los 133.600 y los 167.000 millones de €.
En lo referente al coste de los almacenes y custodia de los residuos la CE lo cifra en 130.000 millones de €.
Olvidándonos de la herencia que legaremos a nuestros sucesores más próximos y miles de generaciones futuras, que ya es olvidar, estamos diciendo que esta locura nuclear a la que nos han empujado fabricantes, industriales y gobiernos, costará a Europa la nada despreciable cifra comprendida entre 263.600 y 297.000 millones de euros que traducido a las añoradas pesetas, supone casi 50 billones de ellas.
No sería justo olvidar que una parte de ese importe lo habrán abonado las centrales nucleares a través de los impuestos que gravaban la actividad, pero a este respecto también hay que decir que esos costes los habrán centrifugado hábilmente todos y más a sus clientes, es decir, a nosotros. Como hemos venido diciendo en anteriores escritos no llegaremos a saber de manera oficial cómo y quién pagará esos importes dado el oscurantismo que preside todas las cuestiones que rodean a este tema nuclear, pero de lo que no cabe ninguna duda es que finalmente todos esos costes saldrán de nuestros bolsillos. A la vista de esas cifras y de la tremenda herencia que dejaremos al planeta ¿alguien en su sano juicio puede seguir defendiendo, como un papanatas, que la energía nuclear es barata, además de segura y limpia?


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