Una palabra más con la que el idioma inglés está colonizando el resto de las lenguas del mundo es la que tristemente se está haciendo famosa a base de repetirla porque no hay día en que no sea utilizada. Se trata de la expresión "fake news" que literalmente traducida no es otra cosa que "falsa noticia" con las que creciéntemente nos estamos tropezando cada día.
La aparición de ese tipo de noticias, en prensa, radio, televisión, sindicatos amarillos, asociaciones y foros, tiene como diana el debilitamiento del poder político constituido de manera legítima, como no podía ser de otra manera en una democracia como la nuestra, débil y delgaducha pero democracia al fin y al cabo y si como remate a todo ese entramado resulta que existen juzgados bien dispuestos a admitir a trámite denuncias basadas en recortes de periódicos o bulos o mentiras flagrantes, pues tendremos el panorama perfectamente claro de por donde van los tiros de esta estrategia.
¿Y el público soberano donde debería estar instalado el verdadero poder ?. ¿Como reacciona ante estos hechos, ante la creciente aparición de estas falsas noticias?.
Pues como lo viene haciendo desde que la Tierra está habitada por seres humanos. Existe un nutrido grupo de personas que si lo que alguien les trasmite y en el fondo les gusta aun sabiendo que puede ser con mucha probabilidad una mentira grosera, pues se lo quedan como bueno y no solo eso sino que lo proclaman y es que acaban admitiendo no lo que creen o puedan creer justo y cierto, sino lo que quieren creer, lo que le gusta ver, leer, u oír. O en otras palabras, pesan más las ganas de creer lo que les gusta que viene dado por fuentes de su agrado que lo que realmente encierra de verdad la noticia.
Y claro con esa manera de pensar que lamentablemente se hace extensible a las altas jerarquías de la nación que no están cómodas fuera del poder, pues las cosas van como van. Arrastrando el culo en caída libre por una pronunciada pendiente y por si eso no fuera suficientemente grave, encima sin frenos.
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