lunes, 15 de agosto de 2016

VIVIR PARA TRABAJAR

Ahora es el Presidente del Banco Central alemán el que tomando el relevo de Frau Merkel, mejora la nota de esta, preconizando la elevación de la edad de jubilación de los trabajadores alemanes - luego se extenderá el proyecto como una mancha de aceite por toda Europa - a los 69 años en el horizonte del 2.060, si bien de manera gradual, a la vez que aprovechando la empopada pide un incremento de las contribuciones de los ciudadanos en un 22%, única manera de cuadrar las cuentas, para garantizar el cobro de las jubilaciones futuras, según los sesudos estudios de la prestigiosa entidad que preside.
De esta manera se matarían varios pájaros de un tiro ya que los trabajadores cotizarían durante cuatro años más y gozarían de la jubilación cuatro años menos y si a esa panacea se añade la mayor presión fiscal que gravitaría sobre la ciudadanía, habrá que convenir en que este hombre ha llegado tan alto en su carrera profesional por evidentes méritos propios. Pero si no aciertan en el cálculo no pasa nada. Se hace otro y punto pelota, aunque eso si, los sucesivos cálculos deberán tener en cuenta que la edad de jubilación no es conveniente, por medidas higiénicas, que sobrepase la esperanza de vida de los trabajadores. 
Tras cada crisis económica que desde la de 1.973 se han ido sucediendo, como la de 1.993 y ahora esta que comenzó hace ya nueve años y cuyo final no se vislumbra, las condiciones de vida de las clases menos favorecidas han ido difuminándose, debilitándose, a la vez que la concentración del poder económico alcanzaba valores nunca conocidos y los poderosos se hacían  cada vez más poderosos.
La idea bajo el punto de vista de la recaudación es brillante por lo sencilla, pero existe otra que no tocan, como por ejemplo el hacer que la riqueza generada por el mundo del trabajo tenga una distinta repartición de la actual en la que las grandes entidades económicas han salido fortalecidas tras cada crisis. Pero claro, de tanto repetirnos machaconamente que tras las crisis nada volvería a ser igual, que hay que apretarse el cinturón, decir ahora que repartamos las penurias entre todos y no como ahora solo cargándolas sobre una clase, suena a subversivo, a comunistoide, y de eso nada. Estamos hablando únicamente de justicia social, no de otra cosa. Pero lamentablemente eso es algo que no parece de este planeta toda vez que el poder económico está ganando por goleada.

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