Al PNV siempre le ha venido bien tener un chivo expiatorio en Madrid haciendo del centralismo de la meseta el origen de todos nuestros males. Ahora una vez más, con su forma de gestionar la pandemia que sufrimos, no hace otra cosa que entrar en bucle con esa socorrida idea.
Cada vez que ha recurrido a ese argumento, o por ser más precisos casi siempre, su objetivo no ha sido otro que una acción dirigida a su mantenimiento en el poder, que es al fin y al cabo el común denominador de todos los partidos políticos que han accedido al mismo. Pero unas veces la acción ha sido más sutil que en otras y este no ha sido el caso en el tratamiento de la actual pandemia ya que su posición ha quedado burdamente señalada porque el plan que tenía diseñado cuya aplicación suponía un serio desgaste dada la impopularidad del mismo, ha sido abortado con el peregrino argumento de que " su implantación habría sido ineficaz si no se adopta en todo el Estado", ciscándose en sus más queridos "principios" cuales son su permanente e insatisfecho deseo de decidir, el somos diferentes, es decir el llamado hecho diferencial, el "gure estiloa"....y resulta que ahora que podía aplicar todos ellos con la adopción de medidas restrictivas contra la pandemía, no las aplica con el único objetivo - por encima de la salud - de no perder votos dada la impopularidad de las medidas previstas, actuación que al fin y al cabo es la que ha seguido desde el inicio de esta plaga que sufrimos.
En su fuero interno los dirigentes del PNV se estarán lamentando de la oportunidad perdida de que no les haya dado el Gobierno central su argumento favorito que no es otro que " han sido ellos, han sido ellos, que nosotros no queríamos".
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