Es de suponer que tanto el Consejero de Seguridad del Gobierno Vasco como el alcalde de Bilbao han tenido que pasar un verano durísimo con tanto pensar, meditar, planificar, anunciar, amenazar y prometer acerca de la solución que van implantar para poner coto a los desmanes que se están produciendo, en Bilbao principalmente, con el tema de los "botellones" cuestión que lejos de solucionarse va "in crescendo" como consecuencia de la inacción de nuestras fuerzas policiales, maniatadas por nuestros mandatarios políticos que dedican todo su tiempo a la reflexión en tanto que nada a la acción sin duda porque la cuestión es que no han sacado partido a ese largo periodo de reflexión, ejercicio duro donde los haya, con el agravante añadido de que engorda.
Quizá les haya faltado como colofón a sus largas reflexiones postrarse ante la Amatxo de Begoña a la que tan devotos parecen ambos pidiendo con fe que llegue una larga temporada de lluvias que desanime a los noctámbulos que apagan su sed a la vez que enguarran a conciencia sus lugares de encuentros en medio de un griterío que impide descansar a la vecindad.
Esa, esa sería la solución óptima ya que así se eliminaría el peligro de una reacción virulenta de la alegre muchachada, con la ventaja añadida que no enfrentarse a ellos evitaría "males mayores" según nuestros mandamases políticos.
Esta clamorosa inacción me recuerda aquello de que " vinieron los sarracenos y nos molieron a palos, que Dios premia a los malos cuando son más que los buenos ". Pues eso, aquí el problema se reduce a eso. En que los malos son muchos y nuestros políticos miran a un costado para no comprometerse, para no desgastarse
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