miércoles, 10 de junio de 2015

EZEQUIEL SOLANA


Ezequiel Solana fue un soriano nacido en 1.863 y fallecido en Madrid 68 años después, que a los 16 años obtuvo el título de Maestro Superior en la Escuela Normal de Maestros de Soria. Posteriormente ejerció en Madrid como tal, a la vez que se graduaba en Filosofía y Letras. Desarrolló su actividad como pedagogo, humanista, publicista y poeta.
Entre las muchas obras que produjo dejó, bajo el epígrafe de Fábulas Educativas, una, titulada "Lecturas de Oro", que tuve oportunidad de conocer en la escuela de la mano de un gran maestro navarro que tenía la costumbre de utilizarlo como libro de lectura. Durante un montón de años he recordado algunas de las fábulas que contiene y en los últimos tiempos me empeñe en conseguir un ejemplar del mismo, cosa que acabo de hacer. El libro está editado en 1.931 (casi en el Jurásico) y en una primera entrega a mis escasos y sufridos seguidores, les presento lo que decía la editorial del citado libro en la presentación del mismo acerca de "las fábulas".

En estos tiempos -añado yo - en que nos ha tocado vivir, hablar, escribir, trasladar al ánimo de nuestros contemporáneos este tipo de cuestiones puede parecer una utopía,una pérdida de tiempo, pero que quieren que les diga, el recuerdo de aquellos tiempos está tan fresco en mi memoria y sus vivencias me resultaron tan útiles, que no me resisto a llevarles hasta ellas. Es más, en cuanto tenga un nieto se lo haré llegar con la idea de que el tiempo que emplee en su lectura, además de formarle, no lo dedicará a los móviles, tablets, y otras máquinas electrónicas.



A QUIEN LEYERE
(Autor : Ezequiel Solana)

Es la fábula un poemita escrito con elegante sencillez

que oculta, bajo el velo de la alegoría, y tal vez con frivo-
la apariencia, una enseñanza moral, una máxima profun-
da, que puede ser provechosa lección para encaminar al
hambre por el sendero de la virtud, a la posesión de la
verdad y a la práctica del bien.
La influencia da la fábula es grande y bienhechora, so-
bre todo en aquella tierna edad de la vida en que el niño
se deja llevar por el ejemplo animado más que por el pre-
cepto o la árida amonestación, y en que lo maravilloso
produce en las almas infantiles singular encanto. Por eso
ha sido siempre considerada la fábula como un elemento
eficacísimo de educación moral.
La acción de la fábula suele ser interesante por la in-
tervención de los más variados sujetos, con caracteres
manifiestos y distintos, a la par que movida y en ocasio-
nes dramática; esto excita vivamente la atención de los
niños, haciéndoles aplicar todas sus facultades a los per-
sonajes, al desarrollo de la fábula, a la máxima moral que
de la misma se desprende, produciéndoles deleites indefi-
nibles, y haciendo que se grabe todo ello poderosamente
en la memoria.
No constituye por sí la fábula un verdadero género
poético; en su composición pueden entrar todos los metros
conocidos y campear los más opuestos tonos de la poesía,
lo mismo el ligero del epigrama, que la ternura y conci-
sión de la balada; el alto vuelo y propósitos generosos de
la oda moral, que los rasgos descriptivos de la epopeya.
Por eso requiere en el poeta, ya que no un encumbrado
numen, claro conocimiento del arte y delicado ingenio.
Por eso también una colección de fábulas constituye un
elemento oportunísimo para la lectura expresiva y para
la recitación escolar, que tanto puede contribuir, desde
la edad infantil, a la apreciación de lo bello y a la forma-
ción del gusto.
Fuera necia pretensión en nosotros el creer que esta co-
lección que ofrecemos a nuestros comprofesores y dis-
cípulos, estaba formada por composiciónes modelos en su
género; pero podemos afirmar que han sido escritas pen-
sando en la educación de los niños, y que casi todas las
fábulas, antes de ser impresas, han sido leídas o recitadas
por los niños en la escuela. Más que la obra literaria, he-
mos perseguido la educativa. Mucho celebraríamos que
fuera en la escuela de provecho.

Nota. Para que aprecien algunas de la fábulas de Ezequiel, se las iré  trasladando si se portan bien, vamos, de fábula
        

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