sábado, 14 de noviembre de 2015

VUELTA DEL BURRO A LA ERA



Anteayer hablábamos de la traición que le había hecho el subconsciente a una política de Castilla la Mancha y hoy toca decir que algo habrá que hacer con esa escalada de traiciones ya que sino puede convertirse en una auténtica epidemia. Ahora la traición se ha cebado sobre una joven política catalana que en la sesión de investidura de Mas en el parlamento catalán, no se le ocurrió otra cosa que ponerse a mascar chicle como si en ello le fuera la vida. Pero hay maneras y maneras. De la forma de mascar chicle a un deportista por ejemplo, a ver a esta buena señora hacerlo hay todo un mundo. En un deportista no se suele ver - generalmente - la actitud chulesca, barriobajera y despectiva que se gastaba esta diputada. Como siempre, los suyos silencian el episodio, la oposición clama al cielo y como siempre también (lo bueno de estos sucesos es que el procedimiento que sigue al hecho es de una inmutabilidad que ríanse Uds. de pi), la susodicha sale al paso diciendo que "tenía una fiebre de 38ºC.", quedándose, por lo menos aparentemente, tan ancha.
Opinar sobre estos temas es cuestión de criterio, pero permítanme que adelante la mía en el sentido de que si mal están las acciones cometidas, todavía está peor la falta de (como son mujeres ambas no cabe decir de hombría) cuajo, para decir, "si señores, si, me he equivocado y pido humildemente perdón a todas aquella personas que mi acción haya podido molestar. Intentaré que no vuelva a ocurrir".
Naturalmente no nos caerá esa breva. Como parece que los cargos políticos se nombran en sorteos, pues callado queda dicho, que a los que no participamos nos toca aguantar y esperar a que cambie la suerte, aunque las posibilidades de que eso ocurra se pueden considerar tan escasas como que baje el precio del pan.



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