sábado, 7 de noviembre de 2015

BARRA LIBRE




Que los desequilibrios producen efectos indeseados y tanto más cuando mayores sean aquellos, es algo que las experiencias de vida están demostrando de manera continua.
Está ocurriendo así y de manera clamorosa, con el caso de la disfunción que está sufriendo el mercado de trabajo. Cuando existe un número de personas sin trabajo como el que tenemos en España, que es del orden de 4,2 millones, que suponen del orden de un 22% de la población activa, para los empleadores, encontrar las opciones mejores para sus intereses se ha convertido en un ejercicio tan fácil como el de pescar sardinas en un barril. Por si las ventajas que ofrecen a los empleadores esa ruptura del equilibrio de la función oferta- demanda fueran pocas, ahí está las nuevas condiciones legales de la reglamentación laboral que vienen a poner una guinda en ese sucio e inmoral negocio en que se ha convertido la contratación de trabajadores por parte de muchos empresarios desaprensivos.
La desfachatez, la pérdida de todo atisbo de moral, de ética, se está convirtiendo en moneda de uso corriente en este estadio de la economía española a la hora de concretar las condiciones contractuales entre empleador y trabajador. Para acercarnos a las condiciones que regían en la Edad Media entre amos y siervos, solo falta ya que reediten el derecho de pernada y añado que tampoco me extrañaría que algunos no la hubiesen puesto ya en práctica.
La picaresca, en la que los latinos somos maestros, llenaría todo un gran archivo con los casos fraudulentos que se están dando en los contratos de trabajo. Pero no solo con los contratos que se realizan, sino con las indignas ofertas que se ofrecen, entre las cuales me ha llamado la atención de manera poderosa, una que han realizado a una buena amiga. Mujer esta de gran experiencia profesional que envía su CV y que provoca la aprobación del mismo, a una empresa dedicada - para más inri - a la búsqueda de empleo a todas aquella personas que lo precisen, a la que ofrecen poder colaborar, (que matiz tan sutil) con ellos, sin cobrar. Es decir a coste cero para su cuenta de explotación. Pero por si acaso la oferta en esos términos no fuera suficientemente atractiva, añaden que..... no le cobrarían nada por trabajar para ellos. Dicho lo cual se quedan tan anchos.
Eso es lo que tiene esa ruptura de la función oferta-demanda a la que antes me refería. Las gentes mal nacidas, sin escrúpulos, verdaderos sinvergüenzas camuflados además como benefactores porque tienen capacidad de ofertar empleo, han encontrado en esta lamentable situación su nirvana particular. No se si con las nuevas corrientes aperturistas de la Iglesia Católica sigue existiendo el infierno, pero si siguiera en vigor, ese y no otro deberia ser el destino de tanto desalmado empleador como existen.


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