viernes, 12 de febrero de 2016

LA ESPAÑA DE LA TRANSICIÓN (1)

Después de la muerte del dictador Franco en 1.975, se abrió en España un período de tres años que se ha venido en denominar como de transición y que desembocó en el alumbramiento de una Constitución por parte de los llamados padres de la Patria y de un modelo de Estado que se bautizó con el nombre de Estado de las Autonomías, que dada la evolución del mismo se podría haber denominado perfectamente como Reino de Taifas 2.0, bajo el mando de un Jefe que rescatamos de la historia en forma de rey, de la saga de los Borbones. Durante ese tiempo se crearon o se oficializaron los partidos políticos que fueron haciendo músculo preparándose para el asalto del poder, descollando entre todos ellos los que han venido sucediéndose en el mismo desde entonces, Alianza Popular (AP) que fue en su origen un conglomerado de partidos de derecha, transformado posteriormente en el actual Partido Popular, PP y el mayor partido de la izquierda, el PSOE. El sistema electoral que nos eligieron los que mandaban, mandan y seguirán mandando, no fue otro que el denominado D'Hont de tal suerte que la aplicación del mismo facilitó un sistema bipartidista que de manera alternativa se han venido sucediendo en el poder durante los últimos 37 años. Me estoy refiriendo naturalmente a los partidos citados - que bien con mayorías absolutas o con el apoyo en algunos casos de partidos nacionalistas - han venido rigiendo los destinos y desatinos de España durante el período citado.
En este espacio de tiempo, nos metimos en varias guerras en las que nada se nos había perdido, entramos en la OTAN tras una indecente maniobra del PSOE al mando en aquel entonces del hoy muchi millonario González, Don Felipe y también lo hicimos en Europa que por aquellas fechas no sabía con quién se jugaba los cuartos.
Diseñamos ese modelo de Estado que bajo el punto de vista de la eficacia derivada de la aplicación de una economía de escala es un puro dislate como el paso del tiempo ha demostrado hasta la saciedad. Todo el mundo quiere tener un aeropuerto, una estación del AVE, su agencia de información metereológica, su parlamento, su defensor del Pueblo, sus embajadas en el extranjero y así hasta el infinito.

(Continuará)




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