FRAGA TENÍA RAZÓN. ESPAÑA ES DIFERENTE

En lo que va de siglo, han sido imputados por corrupción, entre políticos y altos cargos, casi 400 personas y eso en un país como este en el que Monsieur Montesquieu hace ya casi 80 años que dejó de sonarnos. Consecuentemente, habiendo casi barra libre para cometer fechorías del tipo que nos ocupa no es descabellado suponer que esos 400 angelitos no son mas que la parte visible del iceberg de la corrupción y eso si, tanto monta monta tanto el PSOE como el PP, que esa es la ventaja de bipartidismo, sistema que ambos partidos quieren mantener a costa de lo que sea, razón por la que el adversario a batir es ajeno a los dos. Los adversarios, casi más que adversarios, enemigos, están en los movimientos sociales emergentes entre los que de momento destaca Unidos Podemos, ya que de prosperar su oferta política pueden crear serias dificultades a los hasta ahora partidos mayoritarios. Por distintas razones ambos partidos tirarán a matar contra ese tipo de iniciativas en una guerra en la que harán prisioneros.
En un país normalito, necesariamente esta serie continuada de escándalos pasaría factura a los partidos a los que pertenecen sus autores en forma de fuerte caída en el número de sus votantes, pero aquí no, lo cual no deja de producir además de estupor un desencanto que va en aumento toda vez que el número de episodios no deja de aumentar. El problema ¿radicará en que somos diferentes como nación a otras en las que deberíamos mirarnos como ejemplo a seguir?. Pues algo de eso tiene que haber para entender el porqué de este grave problema de corrupción que padecemos no tenga repercusión en las urnas. De todas formas este problema los venimos arrastrando desde hace ya muchos años, demasiados, hasta el punto que por ejemplo Valle Inclán (1.866 -1.936) manifestó en su día acerca de España que "aquí el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo.” Palabras que definen perfectamente nuestra idiosincrasia.