Ese irreflexivo asalto al poder de la baronía y las fuerzas sureñas del PSOE les va a costar sangre sudor y lágrimas. Se ha convertido el partido en la figura de alguien que cabalga un tigre. Si sigues sobre él, malo y si se te bajas peor. Ya no saben que hacer después del asalto, o lo que es lo mismo, siguen igual que antes del mismo. Su posición ante el PP ha quedado enormemente debilitada, que jugará ahora con los tiempos como les plazca. Si lo que queda del PSOE se abstiene cara a la investidura de Rajoy, este probablemente alegará para ir a unas nuevas elecciones en las que arrasará, en las condiciones inaceptables - para España, claro está, ese comodín que aprovechan unos y otros para intentar ocultar sus verdaderas intenciones - que le impone el PSOE. Y si por el contrario sigue manteniendo el no, el PSOE quedará a la altura del barro ya que el PP le afeará su conducta utilizando una vez más, que le falta altura de miras en lo que respecta a España. En resumen, cualquier postura que maneje el PSOE, será exprimida y optimizada por el PP, que quedará además como un señor, impondrá su mayoría en el Congreso en unas nuevas elecciones y se quedarán ahí para rato.
Si hasta ahora el bipartidismo les ha venido muy bien a los dos partidos que después de la llamada transición se han venido alternando en el poder en un juego de tiqui-taca, ahora tu y luego yo y entre bomberos no hay que pisarse la manguera, si a eso que han jugado les ha salido bien, decía, ni les cuento ahora con el campo libre lo que gozará el partido superviviente.
Ahora, para rematar la faena y no dar bolilla a Unidos Podemos, unos y otros intentarán acabar con él por todos los medios - como lo han hecho hasta ahora por distintas razones - antes de que se convierta en un molesto adversario político.
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