miércoles, 23 de febrero de 2022

EL INSTINTO DE LAS RATAS Y DE LOS POLÍTICOS

Las ratas tienen un instinto que les hace abandonar el barco cuando está a punto de hundirse, pero esa fina percepción no es comparable con la que tienen los políticos cuando intuyen que el jefe de filas está a punto de perder las plumas que le distinguen como tal. Un buen ejemplo lo tenemos con la decapitación que ha hecho el PP con su Presidente que tuvo la osadía de poner al descubierto la presunta corrupción de un miembro de su partido y hasta ahí podíamos llegar. A quien se le ocurre poner en evidencia a un componente de la "famiglia"

Pues dicho y hecho. Su presidencia ha durado a partir de ese momento lo que un helado de cucuruchu al sol de agosto.

Pero me gustaría decir algunas cosas acerca de este hombre. Con un pasado académico más que dudoso, fue el contrincante - en las primeras elecciones primarias que ha tenido el PP en su historia - de su rival, la bajita, lista como el hambre, Soraya Sáenz de Santamaría Abogada del Estado y que fue derrotada por el apoyo que la Sra. del "finiquito en diferido" hizo a Casado ya que su antagonismo con Soraya era bien conocido. 

Por cierto esa señora que inventó esa innovadora forma de finiquitos ha pasado del relumbrón que adquirió a la vera de su jefe M.Rajoy a la oscuridad más absoluta y es que una jefatura se puede realizar por galones o por conocimiento y es claro que de conocimiento la tal señora no andaba sobrada. De modo que despojada de sus galones queda en eso. En la nada. 

Volviendo a Casado desde su inicio al frente del PP me pareció una persona inmadura, con escasa experiencia de mando, con un bagaje de conocimientos escaso y con un hacer como jefe de la oposición que me ha parecido estrambótico, trayectoria que la aparición de VOX hizo más errática aun su andadura. Pienso que, sobre todo en los últimos tiempos, no encontró en ningún momento el paso adecuado, rozando el esperpento.

Sus últimos días al frente de su partido han sido patéticos. Llevado por celos profesionales hacia la Presidenta de la Comunidad de Madrid, intenta tirar de la manta de, por el momento, una presunta corrupción pero lo hace no tanto movido por un afán de denunciar un hecho punible sino con la idea de pasarle factura por los desencuentros habidos. Pero la virulenta defensa de la presidenta ha acojonado a Casado de tal suerte en cuestión de horas pasó de tildarla de presunta delincuente a admitir que estaba conforme con su versión y que en consecuencia retiraba la investigación que había abierto en el partido. 

Ese fue el principio del fin del mandato de Casado, obviando el principio de que o somos o nos somos, pero nunca las dos cosas a la vez. Lo más probable es que después de su salida de la jefatura del partido acabe como consejero de una empresa energética dando muestra de por donde van los tiros en este país. Cualquier cosa menos ejemplaridad.

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