miércoles, 22 de marzo de 2023

EL GRAN PODER

No se descubre nada nuevo si se dice que es el poder del dinero quien marca el paso del mundo y tanto da decir que el poder es del que lo tiene o aparenta tenerlo de manera convincente, como es el caso de los bancos. En esta pantomina juegan todos los actores al unísono, como una máquina bien diseñada, bien construida y bien mantenida. Los bancos centrales que deberían ser los garantes de que los bancos no se desmadraran a través de sus ordenazas y seguimiento de las mismas, hacen que hacen, pero no hacen. Los bancos que en coyunturas favorables para ellos, como son las actuales debido al alto valor de los intereses, pagan escándalosos dividendos derivados de sus colosales beneficios pese a las recomendaciones de las autoridades económicas europeas al respecto. Los consejos de administración de los mismos que no hacen sino vestir el muñeco, poblado de potentes accionistas de los mismos y de personajes que se sientan como pago a los servicios prestados desde distintos ámbitos y que son recompensados por cifras mareantes. Los salarios y bonus de sus ejecutivos que son de auténtico escándalo, la actuación cómplice de las empresas auditoras de las que podemos citar a modo de ejemplo la tenida en el reciente crack del banco californiano Silicon Valley Bank, con un activo de 200.000 millones de dólares, por parte de la "prestigiosa" empresa KPMG que dos semanas antes de darse la noticia de la quiebra del citado banco firmó una auditoría en la que todo estaba en orden, o de la no menos prestigiosa DELOITTE que certificó que BANKIA (el nuestro) había obtenido beneficios en el ejercicio por valor de 300 y pico millones  cuando lo que realmente había sucedido es que los resultados eran de pérdidas por un importe del orden de 2.500 millones y que posteriormente en el más puro cumplimiento de la vieja e imperecedera norma no escrita pero aplicada rigurosamente de "los beneficios de los bancos se privatizan, en tanto que las pérdidas son socializadas" la broma del famoso rescate de ese banco nos costó a los contribuyentes españoles 22.000 millones de euros. O de la extinguida ARTHUR ANDERSEN desaparecida a consecuencia de su actuación como auditora del gigante norteamericano de la energía ENRON, que firmó que todo iba como la seda y resultó que rescatar el banco (otro rescate más) costó a las autoridades monetarias de EEUU la friolera de 56.000 millones de euros. Ahora surge otro escándolo, esta vez entre los asépticos, impolutos e inmaculados (es broma) bancos suizos, el del Credit Suisse, una joya. A estos les ha venido auditando otra prestigiosa empresa auditora, PwC. Pues bien, más de lo mismo, el banco ha hecho crack y la auditora no se había enterado de la fiesta. Ese banco, mejor lo que queda de él, ha sido comprado  por el UBS por 25.000 millones de euros, banco con su sede central en Ginebra aunque es propiedad de Government of Singapore Investment Corporation, BlackRock y Banco de Noruega. La broma es de tal calibre que el escandalizado gobierno suizo aportará 100.000 millones de euros para respaldar la liquidez de ambos bancos. Naturalmente el gobierno suizo a declarado de manera solenme que ese dineral no les costará ni un euro a los suizos (¿ les suena esa declaración ?).  

La banca hace tiempo que se ha convertido  en un bluff que cada vez va tomando un mayor volumen.

Ante este tenebroso panorama ¿que hacer ?. Pues primero conocer esos entresijos de la gran banca y lo que le rodea para así poder llorar y rasgarse las vestiduras con conocimiento de causa. Segundo si se tiene algo de dinero, depositarlo en bancos éticos, que los hay, pocos pero existen y para añadir seguridad, además de tirantes, pónganse cinturón en forma de diversificar los caudales repartiéndolos entre ellos. 



 

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