Los intereses que España deberá pagar por su deuda externa en
el 2.013 supondrán del orden de 37.000 millones de euros. A ese importe
hay que añadir los 5.000 millones (5% de los famosos 100.000 millones
del rescate sí, del rescate no) y los correspondientes a la amortización
del principal que serán del orden de otros 10.000. Total 52.000
millones. Como no tendremos tal cantidad de dinero para hacer frente al
pago de esa cantidad hay que solicitar un nuevo crédito, es decir, un
nuevo rescate.
Hemos entrado ya en una espiral de créditos y los consiguientes
intereses que hacen inviable hacer frente a los mismos en las
circustancias actuales. El avión ha lastrado con plomo sus alas de tal
forma que no puede despegar. ¿Solución?. Exprimir el limón de la
ciudadanía hasta límites que hoy nos parecen insospechados. Brutal
rebaja de las pensiones, eliminación de los conciertos económicos con
Navarra y el Pais Vasco, fortísima reducción de los presupuestos de las
autonomías e incluso posible desaparición de estas como tal, despido
masivo de funcionarios, descenso brutal de los salarios de los que
permanezcan en plantilla, pago total de los servicios médicos,
desaparición de la enseñanza gratuita,
subida de impuestos como el IVA, hidrocarburos, IRPF, sucesiones, patrimonio, sociedades... Les tiene
que sonar el panorama porque es idéntico, al que están sufriendo en
Grecia, es decir una vez más nada nuevo bajo el Sol, con intervención inmediata incluida. Así que, pese a la
mayoría absoluta del partido en el poder, recorreremos el vía crucis de
los griegos. Ese es el drama de la financiación de la deuda externa que
están sufriendo tantos y tantos países y al que nos han llevado durante
la última década los inútiles- por decirlo con un término suave -
políticos que hemos elegido que decían dirigirnos y que no sabían en que
dirección lo hacían. Ahora si que lo sabemos. Al desastre.
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