Que el inconsistente presidente Zapatero nos dejo
una herencia que para qué, está fuera de toda duda, y que el dubitativo
Rajoy está en la dirección adecuada, para que al igual que algunos
hijos de las terceras generaciones provenientes de padres muy ricos,
dejarnos el país hecho un auténtico desierto en el plano social,
tampoco.
De aquel heredamos una deuda externa descomunal y un modelo productivo
basado en el crédito que cuando se ha restringido se ha venido abajo
como un castillo de naipes. Del actual, además de seguir fielmente las
pautas de la UE - pese a sus manifestaciones de que a el nadie le
marcaba el paso -, entre las cuales no existe ni una para reactivar la
economía y es más ni se atisban, está también meridiánamente claro que
recibiremos auténticas muestra de insensibilidad como la obscena ovación
recibida de sus diputados al acabar de enunciar las medidas de su
enésimo recorte (con perdón) en la sesión del 11 de julio, adobada
además por la incalificable actuación de la diputada con apellido de
triste historial.
De
esta falta de sensibilidad tendremos muchas muestras toda vez que el
Presidente habiéndole cogido gusto al nuevo mantra de que es un mandado,
ahora pensará que tiene patente corso para actuar con una sólida
coartada, a la voz de que el no lo haría pero que el que manda, manda
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