DEFORMACIÓN PROFESIONAL
Del mismo modo que la función crea el órgano, el desarrollo de una actividad profesional imprime carácter en quien la practica.
Así
por ejemplo si eres un futbolista con la misión de meter goles, esa
actitud puede desarrollar una insaciable voracidad por hacerlos,
cuestión que acaba por transmitirse al carácter del susodicho
futbolista.
Algo de esto le tiene que estar pasando a nuestro espigado delantero
centro - razón por la que habrá que disculparle - cuando como muestra de
su insaciable voracidad, la ficha que le ofrece el Athletic por 4 años
que asciende a 4,5 millones de euros por año, libres de impuestos, es
decir 18 millones de euros por el período citado, le parecen poco y se
dice que está pìdiendo 22.
Dicho en euros pues no dice gran cosa pero si se traducen en pesetas- a
las que a lo mejor tendremos que volver algún día, de ahi la necesidad
de no perder contacto con ellas - si las traducimos a pesetas decía,
estamos refiriéndonos a 3.000 millones de ellas que son las que le
ofrecen, contra los casi 3.700 que dicen que pide. Todas ellas libre de
impuestos para más inri.
Insisto en que habrá que disculparle puesto que su actitud no es sino
muestra de una deformación profesional perféctamente entendible aunque
cueste digerir tanto la cifra de lo que le ofrecen como la que pide
porque al fin y la cabo se trata de pagar a alguien esas cantidades por
dar cabezazos a un balón, aunque bien mirado, buscando más motivos de
disculpa, puede que al efecto de la deformación profesional se sume la
que se deriva de darle tantas veces a un balón con la cabeza.
Rafael Hidalgo Segurola
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